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El colegio público Andrés Manjón de Berja, ejemplo a seguir para Save The Children

El colegio público Andrés Manjón de Berja, ejemplo a seguir para Save The Children

El centro recibe el reconocimiento de la oenegé por brindar su apoyo cada año y trabajar diariamente la educación en valores

María Torres

Lunes, 23 de enero 2017, 11:34

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En el colegio público Andrés Manjón de Berja, un niño de apenas seis años sabe lo que significa la palabra empatía. El término preside la pizarra de cada una de las aulas de este centro de Educación Infantil y Primaria de apenas 140 alumnos. El amor por los demás, la tolerancia o la solidaridad están presentes en cada uno de los proyectos educativos que se emprenden. Esta forma de trabajar les ha servido para recibir el reconocimiento de la oenegé Save The Children.

Volcada en defender los derechos de la infancia desde principios del siglo pasado, esta organización no gubernamental ha encontrado motivos de más para distinguir el trabajo diario que realiza el colegio público Andrés Manjón para que su alumnado sea simplemente más humano. La carrera solidaria que cada año organiza el centro a beneficio de Save The Children es sólo una muestra del compromiso adquirido hace más de una década con esta organización. A las puertas del colegio, en el Paseo de Cervantes, los niños del Andrés Manjón salen a correr en busca de un mundo mejor. Todo el dinero que se recauda, que no suma más de 300 euros por convocatoria, es el grano de arena que estos chavales aportan para velar por los derechos de millones de niños refugiados que malviven en Europa.

Una labor constante

Pero la educación en valores que el colegio imprime entre su alumnado va más allá que una carrera puntual o una efeméride concreta. Es una forma de concebir la enseñanza marcada por pequeños detalles especialmente llamativos como el conocido como rincón boca-oreja. Diseñado para que los alumnos resuelvan sus conflictos por iniciativa propia, justo a la entrada del colegio hay un pequeño espacio con dos sillas. En una se aprecia una boca dibujada y en la otra, una oreja. «Llama mucho la atención ver a dos de nuestros alumnos dirigirse a este rincón de la meditación a solucionar sus problemas», explica María del Carmen García, directora de este colegio en el que trabajan una decena de docentes. «El que se sienta en la boca, tiene el turno de palabra para expresar lo que siente y el que lo hace en la oreja, la obligación de escuchar. Después se intercambian las sillas e intentan alcanzar un acuerdo», relata.

No es el único espacio concebido para ahuyentar los conflictos, motivar la cooperación o el trabajo en equipo. Una vez al mes, la dirección del colegio se reúne con los delegados y subdelegados de cada aula para conocer sus inquietudes y tomar nota de sus sugerencias. De uno de estos encuentros surgió la idea de rescatar los juegos de toda la vida para transformar los recreos en espacios de convivencia. Además, cada mes se elige un valor concreto para trabajar en clase y al que se le presta la misma atención que la lección del día. «Febrero es el mes de la amistad y se regalarán abrazos y mensajes de cariño», apunta la directora del colegio.

El diálogo, por tanto, está muy presente en esta forma de entender la enseñanza que la oenegé Save The Children ha querido premiar y reconocer como ejemplo a seguir en materia educativa.

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