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María Torres
Adra
Sábado, 28 de octubre 2023, 22:48
Rufino apenas tenía 12 años cuando un río de agua y lodo arrasó de un plumazo con la que había sido su casa hasta la fecha, el negocio de sus padres y todos los recuerdos fotográficos de su niñez. Fue el 19 de octubre de 1973. Ha pasado medio siglo desde entonces y aún hoy es incapaz de controlar las emociones que le provoca recordar la desesperación de una madre, la suya, por poner a a salvo a su familia o el inútil intento de su padre por evitar que el agua se colase sin reparo por donde quiso para frenar el desastre.
Las lluvias torrenciales registradas sobre la cuenca superior del río Adra desbordaron su caudal, que se abrió paso en busca de su salida natural, el mar. «¡Que viene el río!», escuchó aquella mañana de octubre. Las imágenes de lo vivido quedaron impresas en su retina para siempre.
«Tres horas después de la riada, entré a mi casa, el agua me cubría por encima de la cintura. Todos los muebles estaban flotando, la ropa perdida y mi cartera del colegio apareció a los 15 días con todos las hojas de los libros estropeadas», rememoró Rufino Fernández, dueño de la mercería El Rinconcillo, en el coloquio organizado para conmemorar lo sucedido. No fue fácil remontar y, pese a su juventud, mantiene intacto un recuerdo imborrable: «La solidaridad de la gente del pueblo ayudando a la gente del pueblo (...). Fue la fuerza de la gente de Adra, llana y sencilla, la que nos permitió poder arrancar de nuevo».
Su testimonio sirvió para recordar una fecha que marcó un antes y un después en la localidad. En un acto celebrado en el Auditorio Ciudad de Adra, se expuso un documental elaborado para la ocasión que recopila imágenes y declaraciones de quienes vivieron aquel 19 de octubre en primera persona. Como principal protagonista, un río «corto y con mucho desnivel», que nace a más de 2.600 metros de altitud, en El Chullo, y desemboca en el mar de Alborán, según describió el historiador Antonio Carmona, el primero en tomar la palabra.
Un municipio 'tocado'
La riada afectó a la vega de Adra, pero también a la pesca. El muro de contención que protegía el Puerto de Adra fue derribado para facilitar la salida al mar del agua lo que provocó cuantiosos daños en las embarcaciones pesqueras. «La riada pudo con todo. Provocó daños en la agricultura, en la pesca y en el comercio. Adra recibió la declaración de zona catastrófica y se aprobaron 2.000 millones de pesetas para ser repartidos en préstamos a un interés mucho menor para hacer frente a la catástrofe», apuntó José Díaz, ex director de Caja Rural. La oficina en Adra, con apenas un lustro de trayectoria, se afanó en tramitar con celeridad los expedientes para que el municipio pudiera empezar a recomponerse cuanto antes.
El coloquio, que estuvo moderada por Juani Pérez, de APOFA, contó también con la participación de José Espinosa, coordinador de Protección Civil Adra durante las últimas décadas. Entonces la agrupación local no existía como tal, pero han sido numerosos los estudios realizados en colaboración con el Ayuntamiento de Adra desde entonces para determinar las causas de aquella riada y las medidas que se pueden tomar para prevenirlas. Se han contabilizado más de una treintena de «cuencas o microcuencas» que pueden afectar directamente al término municipal. «Si ahora cayera una tromba de agua como la del 73, tendríamos el mismo problema (...). Hay que ser consciente del riesgo de inundación y tomar medidas para minimizar los daños», dijo. En este sentido, señaló directamente al pantano de Benínar: «El pantano aporta un riesgo. Si rompe, Adra desaparece». «El Lance de la Virgen sería la zona más segura en ese caso», señaló sin ánimo de alarmar.
Ante una situación de este tipo, Espinosa apuesta por huir de las imprudencias, aplicar medidas de «autoprotección» y aprender del sentido común que guió a quienes sufrieron la riada de 1973. En relación con las tragedias medioambientales registradas en Adra en las últimas décadas -como la riada del 73, los terremotos de 1993 o las inundaciones de 2015-, Espinosa matizó que el azar se puso del lado de los abderitanos para que hoy solamente se lamenten daños materiales y no pérdidas humanas.
El alcalde de Adra, Manuel Cortés, rememoró ante decenas de estudiantes de Secundaria lo ocurrido aquel 13 de octubre de 1973, «cuando el río Adra entró por la parte de atrás de la antigua conservera y dejó cientos de latas flotando».
Consciente del «miedo» que provocó la riada entre los abderitanos, Cortés señaló que se está trabajando con otras administraciones para reducir el riesgo de inundaciones en la localidad y minimizar posibles daños.
En este sentido, apuntó a la limpieza del cauce del río, que corre a cargo de la Junta de Andalucía y cuya segunda fase ha llegado a su fin. También señaló como medida preventiva el encauzamiento del río Adra, un proyecto que está «en proceso». Valorado en tres millones de euros, depende del Gobierno de España.
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José E. Cabrero | Granada
Cristina Cándido y Álex Sánchez
Mercedes Navarrete | Granada
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