Compañía y atención en tiempos de pandemia
A través de un programa para mayores de 65 años, Cruz Roja ayuda a personas que, lejos de tener problemas económicos, presentan otras carencias
maría torres
ADRA
Domingo, 8 de noviembre 2020
Todos peinan canas, pero navegan por internet, se comunican por correo electrónico, utilizan WhatsApp a diario e incluso alguno se atreve a 'asomarse' a Facebook. «A mí el Facebook no me gusta», comenta Paz Esparza. A sus 81 años, es una de las usuarias más longevas de Cruz Roja en Adra. De la mano de esta oenegé, decenas de personas mayores han aprendido a reducir eso que llamamos 'brecha digital'. También refrescan su maltrecha memoria con ejercicios de estimulación o, simplemente, han redescubierto el placer de pasear en compañía. Los expertos lo llaman 'envejecimiento activo'. Ellos, los protagonistas, «felicidad».
Ninguno de los entrevistados tiene problemas económicos, pero lidian con otras carencias. «Gracias a Dios estamos bien en ese aspecto», afirma Dolores Rivera, otra de las usuarias del programa de Acompañamiento de Cruz Roja. «Yo aquí he encontrado una segunda familia. María del Mar y Lola (responsable de la asamblea local y voluntaria, respectivamente) están ahí siempre para lo que necesite», asegura. Además de impartir cursos de informática, talleres de manualidades o gimnasia de mantenimiento, el colectivo está ahí para resolver problemas cotidianos que parecen insalvables para quienes los padecen. «Desde hacer la compra a una persona que vive sola en un cortijo alejado del núcleo urbano, a acompañar a un mayor a una consulta médica cuando ninguno de sus familiares más directos está disponible en ese horario o facilitar un andador o unas muletas cuando no puede adquirirlo por sus propios medios», cita a modo de ejemplo María del Mar Piqueras, responsable de Cruz Roja en Adra.
La pandemia provocada por el coronavirus ha obligado a la oenegé a reinventar sus servicios. Ahora se llevan los ejercicios a domicilio y se hace un seguimiento telemático.
Testimonios
Aunque con mascarilla y dos metros de distancia, Paz Esparza, Dolores Rivera y Manuel Fernández nos han contado su experiencia. Viuda desde hace una década, la primera ha encontrado en Cruz Roja una forma de «matar el tiempo». Buscaba «hacer cosas y estar entretenida» el día que llamó a la puerta de la asamblea local, hace ahora un lustro, y acertó. «Yo me encuentro muy bien. Son muy serviciales y mis hijos están contentos de verme feliz también», asegura esta abderitana de adopción. «¡Mira la abuelita haciendo los deberes!», le dicen sus nietos.
Coincide con Dolores, que ahora lamenta la falta de afecto que se ha impuesto en la sociedad casi por norma. «Ahora ya no podemos quedar ni para pasear, es que no podemos ni tocarnos, y eso me produce tristeza», reconoce esta vecina de Adra, que también ha encontrado en Cruz Roja un soplo de aire fresco. «Algo distinto a guisar y a coser», puntualiza. Manuel se incorpora más tarde a la conversación. Viene de dejar a sus nietos en el colegio. Vive solo y, al margen de los talleres en los que participa, a veces se pasa por la asamblea «simplemente por saludar».
Los voluntarios
Siempre al lado de los más vulnerables, Cruz Roja no ha parado de trabajar en esta crisis sanitaria. En Adra se ha distribuido la «tarjeta responde» entre quienes se han quedado sin ingresos económicos. Se ha prestado especial atención a los mayores, principalmente para detectar casos de aislamiento. A pesar de la tesitura actual, se han reinventado los cursos de formación para facilitar la inserción laboral de personas sin trabajo, se ha facilitado material escolar a las familias más necesitadas y se han redoblado esfuerzos para atender a personas sin hogar. Al frente de Cruz Roja hay un equipo formado por cuatro profesionales y un grupo de voluntarios formado por más de 60 personas. Son el motor y el alma de cada iniciativa. Dolores Bernabé y Presentación Estévez regalan su tiempo a Cruz Roja, se vuelcan en cada proyecto y se han ganado la confianza de decenas de usuarios. Su voluntariado ha supuesto «un antes y un después en sus vidas», según reconocen. «Siento que recibo más de lo que doy, esa es la verdad», afirma Dolores. «Antes tenía depresión; aquí me siento útil y he encontrado una familia», añade Presentación.
Sorteo del Oro
El 26 de noviembre Cruz Roja organiza su tradicional Sorteo del Oro, una oportunidad para ayudar a la oenegé a continuar con su labor. Su papel es imprescindible y más aún, si cabe, en tiempos de pandemia. Desde la asamblea local, se anima a adquirir boletos en Adra. «Cada vez nos miramos más el ombligo. Perdemos la esencia de pueblo y somos más individualistas», ha lamentado María del Mar Piqueras. «Sin embargo, tengo que reconoce que ante situaciones críticas abrimos los ojos y estoy gratamente sorprendida de las ganas de ayudar: cuando más miedo había, más personas contactaron con nosotros sin miedo a exponerse para ayudar», ha asegurado.
Entre los servicios más demandados, está el programa de acompañamiento a personas mayores. Actualmente son una treintena los vecinos de Adra que sólo pide no sentirse solo, pero cerca de 400 los usuarios de más de 65 años que han acudido a la oenegé para solicitar alguna ayuda puntual. A pesar de la compleja situación que les ha tocado vivir, estos mayores afrontan su día a día con la esperanza de volver a los besos y a los abrazos, a los paseos matutinos y a las tardes de gimnasia en la piscina municipal. Y cuando ese momento llegue, Cruz Roja seguirá estando ahí.
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