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maría torres
ADRA
Viernes, 16 de septiembre 2022, 17:02
Apenas cinco kilómetros separan el Monte do Gozo de Santiago de Compostela. Es, para muchos, el punto más emocionante del Camino, desde donde se divisan las torres de la catedral por primera vez. De aquí partió el coro Pedro Mena de Adra, a pie y cantando, para disfrutar de la última etapa de su singular peregrinaje coral. El grupo -compuesto por más de una treintena de voces angelicales- no obtuvo la Compostela, pero sí la admiración de todos los peregrinos que encontró a su paso.
Su periplo comenzó en Burgos. En la capilla de Santa Tecla de su envidiada catedral, ofreció un concierto con niños puericantores de toda España. En concreto, con la escolanía del Misteri d' Elx, del coro Nuestra Señora del Carmen de Crevillent, de Pueri Cantores María Briz de Guadix y de la Schola Pueri cantores de la Catedral de Granada. También participaron las escolanías Pueri Angelorum de Campanario y Pueri Cantores de la Catedral de Burgos. Burgos fue su primera parada en el Camino. La segunda, un día después, el coro abderitano pudo seguir los pasos del Apóstol Santigo por tierras compostelanas y cantar en la Misa del Peregrino, que se celebró en la catedral.
La iniciativa fue organizada -a finales de agosto- por la Federación Española de Pueri Cantores, que agrupa a coros infantiles y juveniles de toda España. Una convivencia especial para la entidad, por ser la primera que se lleva a término tras la pandemia, y un signo más que confirma la tan ansiada normalidad en todas sus vertientes.
«También es un paso más en la motivación del coro, que se propuso participar en un proyecto diferente y una oportunidad excelente para conocer a nuevos amigos», añade José Antonio Pérez, director del coro infantil Pedro Mena de Adra, muy agradecido con el patrocinador del grupo -Óptica Guillén- por su «apoyo incondicional».
Un proyecto educativo
El próximo destino será Salamanca, «una motivación extra, sobre todo para los que empiezan». Con el curso escolar ya en marcha, el coro ha retomado sus ensayos. Tienen lugar en el propio centro, a la salida del colegio. Los cantores entrenan sus voces todos los días lectivos, excepto los miércoles, de dos a tres de la tarde.
Formar parte del coro supone un esfuerzo añadido para sus miembros, pero la recompensa va más allá de la técnica vocal, el repertorio o los aplausos. «El canto coral les ayuda a concentrarse y a trabajar en equipo y les enseña valores importantes como el esfuerzo, la solidaridad, el compañerismo. También les ayuda a controlar sus emociones, a vencer la timidez y a sentirse bien con ellos mismos porque liberan endorfinas», justifica la persona que se encarga de dirigir la batuta en cada ensayo.
Su maestro, que también fue niño cantor, sabe perfectamente de lo que habla y anima a los niños de 3º del colegio Pedro Mena de Adra a formar parte del coro, que cumplirá una década en diciembre. No se exige saber cantar. Basta con «tener una voz sana y capacidad de compromiso».
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