Muere Paco 'El Fino, masajista imprescindible del Miramar

Francisco Linares Román, de 61 años, lideró durante casi cuatro décadas los banquillos como masajista o utillero manteniendo una inquebrantable fidelidad al equipo de sus amores, al Adra.

Era hermano de cuatro varones más. Fue guardameta del primer equipo en 1978 donde colgó los guantes para enrolarse en el pesquero «Nuevo Miguelete» en las faena de la pesca del boquerón.

Volvió a los banquillos como masajista antes del ascenso de la A.D. Adra a tercera división, compaginando el trabajo de albañil. De otros históricos masajistas, como Miguel Cubillo o Zaragata, aprendió las técnicas de masaje y todos los secretos de cómo acomodar y cultivar un vestuario. Se pegó a los maestros como las cremas que untaba en las piernas a los propios futbolistas.

Muchos han sido los entrenadores que ha compartido banquillo con Paco 'El Fino' : Antonio Parrilla, Paco Ripoll, Bernabé Navarro, Juan Antonio Román, Frasco, Paco Porrinas o el propio Lucas Alcaraz, entre otros.

En la actualidad era el 4X4 del equipo: el encargado de cuidar y de disponer el material del equipo dos horas antes de cada encuentro. Temperamental en su trabajo, dentro del vestuario, descubrías un mundo abierto a los románticos y donde el masajista, representaba el mejor exponente de esos detalles de una vida dedicada a la trastienda del fútbol.

Los balones con los que entrenaba el equipo eran tratados por parte de Paco, como sus propios hijos.

El carismático Paco 'El Fino' era muy conocido entre los vecinos de Adra. La gente valoraba sus esfuerzos, le quería y le agradecía que fuese un dispositivo básico para que el equipo de fútbol se mantuviera vivo. Él se sentía satisfecho y cada día reconocía cumplir un sueño siendo el masajista del Club.

Llenó portadas deportivas nacionales e internacionales al ser protagonista en un suceso en el que se vio involucrado también, el futbolista Jorge Pelegrina. Si no llega a ser por Paco 'El Fino', el jugador hubiera terminado de asfixiarse al tragarse su propia lengua y en el que en un alarde de tesón y valentía, Francisco Linares, el masajista, pudo sacar y colocar en su sitio.

Descansa en Paz, amigo mío.