--758x531.jpg)
--758x531.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
María Torres
Adra
Sábado, 6 de mayo 2023, 23:03
El acordeón de Antonio sigue sonando 65 años después de haberlo adquirido. Se lo regalaron cuando apenas era un crío y hoy, que ya peina canas, sus acordes le sirven para marcar un paréntesis en su rutina como jubilado. Pepe lo hace con la bandurria, Antonio con el ukelele y Paco con la guitarra. Son algunos de los componentes de Felices 60, un grupo de músicos abderitano que se aferra a la música como motor de vida.
Formado por nueve miembros, en Felices 60 hay un maestro, un médico, un militar, un albañil, un transportista, un empleado de banca, un camarero, un agente de seguros y un carpintero. Todos están jubilados. «Nos tienen todo el día para arriba y para abajo con los nietos, la compra, la casa... La música nos sirve para evadirnos. Es nuestra terapia», explica Francisco Tendero, miembro del grupo y guitarra. A ella se suma la bandurria de José Ameti, las guitarras de Paco Rincón y de José Albarracín, el acordeón de Antonio Oliver, el ukelele y la batería de Antonio Alcázar, el bajo de Javier Suárez, la percusión de Gabriel Martín y la voz de Juan Luis Martínez.
Un grupo sin más pretensión que la de compartir su afición por la música -especialmente por los instrumentos de cuerda-, por los boleros y por los temas que marcaron la generación de los 60. «Ensayamos por gusto de pasar un rato entre amigos», puntualizan. Lo hacen dos veces a la semana en un local municipal cedido para este fin en la antigua fábrica de alcohol y azúcar de Adra. «Esperamos que nos trasladen de nuevo al Centro Cultural, que nos pilla más cerca y ya somos mayores», subrayan con cierta ironía.
Tras toda una vida de trabajo, la música ocupa hoy un lugar prioritario en su lista de tareas. «Cuando uno se jubila, debe tener en cuenta la importancia de realizar una actividad que le mantenga ilusionado. Las neuronas deben estar siempre en activo», aconseja Ameti, médico de profesión. «Entre la música, las nietas y la historia de Adra, no me entero del día», añade Albarracín. «La vida contemplativa enfrente de la pantalla atrofia el cerebro», afirma con la seguridad que le dan los años.
Toda una vida
La música siempre ha estado presente en sus vidas en mayor o menor medida. Algunos empezaron a tocar, en su juventud, en conjuntos de música o en tunas. Otros se iniciaron en su infancia. «Con nueve años, en 1957, toqué el himno nacional con el clarinete en Almería, en la calle, con motivo de la visita de Franco», recuerda José Albarracín. «Yo, lo que sé de música, me lo enseñó Richoly», rememora en alusión al maestro de la guitarra por excelencia en la Almería del siglo pasado. «En el 74, yo cantaba en un hotel a dúo», añade Juan Luis Martínez, el último 'fichaje' de un conjunto musical que nació hace una década y que originalmente se llamó Jubiletas Boys.
Lejos de quedarse en casa, este grupo de jubilados sigue adaptando partituras para deleite de sus oídos o «para el que nos quiera escuchar». Han ofrecido varias actuaciones que no dejan indiferente a nadie. Y la saga continúa: algunos de sus descendientes han heredado esta pasión por la música. Las nietas de Albarracín tocan el clarinete y la trompa; en el caso de Javier Suárez, uno de sus nietos aprende saxo y otro lenguaje musical; y la nieta de Francisco Tendero, con solo cuatro años, ya hace sus primeros pinitos con la trompeta. Los hijos de sus hijos son su debilidad y se les nota. Sin embargo, según advierten, la música no se elige, toca a tu puerta. «Un padre no puede pretender que su hijo toque un instrumento. La música, si se fuerza, se aborrece», asevera Tendero, que fue director de la banda de música en Adra durante una década, miembro de la rondalla y subdirector de la coral Virgen del Mar. Larga vida a Felices 60.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Noticia patrocinada
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.