Lo sé, ya no soy nadie
Por Luis Pérez, portavoz PSOE Ayto Adra
Laura Montalvo
Viernes, 6 de mayo 2016, 12:03
Pero, aún así, no hay día que pase sin que alguien, ya sea político o simplemente ciudadano, me de una lección sobre cuáles son mis ... obligaciones a cerca de lo que quieren mis vecinos, lo que realmente necesita mi pueblo o de lo que tenemos que hacer para sacar a Almería, Andalucía o a toda España (incluida Cataluña) de la crisis que nos azota. Con toda la paciencia que soy capaz de albergar procuro escuchar atentamente todo aquello que me dicen en el convencimiento de que algo habrá de bueno, por muy pequeño que sea, en esas lecciones. Convencido de la buena voluntad de quienes dedican su tiempo a intentar buscar soluciones aunque sean peregrinas y motivado por la verdadera necesidad de esas nuevas ideas para sacar a la gente de su sufrimiento diario.
Publicidad
De los ciudadanos de a pie puedo entenderlo, pues me han demostrado a menudo saber tanto o más que yo. Y porque, al fin y al cabo, no les queda más remedio que soportar nuestras decisiones, acertadas o no.
El problema es la otra especie de sabio, una que no termino de tragar (por decirlo de aquella manera). La del político que, alejado de la realidad de la forma más absoluta, con una situación económica inmejorable gracias a sus cargos y a sus retribuciones como analista o contertulio, suele mirarnos con desprecio mientras se arroga la representación absoluta del conocimiento de las necesidades de nuestra gente y de nuestro entorno.
Tiene su teoría, que normalmente coincide con que su partido esté en el poder, y quien no la comparte no es más que un cebollino que no ve más allá de sus narices, un inepto incapaz de reconocer sus inauditas dotes para señalar el camino de la salvación por el que debemos transitar sin objeción alguna.
Se creen sabios, auténticos mesías capaces de distinguir lo que piden los pueblos de lo que en realidad necesitan, de convencernos de que solo ellos saben las obras que deben hacerse, las medidas que deben tomarse y las ideas que deben ser despreciadas pues aunque las gente las considere necesarias o cuando menos estudiables en realidad serán perjudiciales para todos.
Publicidad
Porque únicamente ellos saben lo que es bueno para los demás y no se explican como todavía, después de tanto esfuerzo por su parte, los ciudadanos normales del mundo no hayamos reconocido esa virtud en ellos depositada que han puesto a nuestro servicio con la única esperanza de arrojar luz sobre nuestras vidas.
Y aún así, cada mañana, escuchándoles en la radio o leyendo sus declaraciones en los periódicos pienso para mis adentros cuánta razón tenía quien dijo lo sabios que parecemos cuando estamos calladitos y la de veces que perdemos la oportunidad de seguir pareciéndolo por no saber aguantar la boquita.
Publicidad
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión