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Luis García: «El actual Papa no es de oros ni ropajes»

Sincero, sin pelos en la lengua. El padre Luis es pura energía, no le ha parado ni el trasplante de riñón al que tuvo que someterse hace poco ni el cambio de horarios y climas a los que se somete, con sus viajes entre Argentina -donde actualmente ejerce su pastoral- Barcelona -donde fue operado y su Almería natal. Para esta entrevista le encontramos en Adra, localidad de la que fue párroco nada más ser ordenado en su localidad, Purchena. Pero justo al día siguiente salía de viaje para volver a la Patagonia Argentina.

Laura Montalvo

Viernes, 6 de mayo 2016, 12:07

?¿Qué recuerda de sus inicios como sacerdote?

 

?Me ordené sacerdote en Purchena en 1986 e inmediatamente el obispo me mandó para trabajar en la parroquia de Adra y atender las de las barriadas, en Guainos, La Alquería, Puente del Río y La Curva. Aquí sobre todo trabajé con los jóvenes, en movimientos como la JEC (Juventud Estudiante Católica) y el Movimiento Rural de Jóvenes. También con los niños y a novel social estaba muy implicado con vecinos afectados por la droga, más a nivel social.

?¿Qué destacaría de esos primeros años en Adra?

?En Adra había mucho dinamismo, mucha inquietud y compromiso con la iglesia, teníamos bastantes grupos de jóvenes y niños. Destacaba la participación y presencia juvenil, fueron años muy interesantes. Estuve en Adra hasta 1994.

?¿Por qué se marchó a Latinoamérica?

?En el año 1994 me fui a Argentina como respuesta personal a una invitación oficial que partió de la Conferencia latinoamericana de obispos, que pedía una participación de España en el envío de misioneros. El obispo de Almería, don Rosendo, nos preguntó a los más jóvenes si estábamos dispuestos a irnos y dos dijimos que sí: Juan Antonio Plaza, que ahora se encarga de Cáritas Almería y yo. En febrero de 1994 nos fuimos y nos incorporamos a la diócesis de Viedma, en Río Negro, en la Patagonia Argentina y desde entonces sigo allí.

?¿Cómo es su trabajo en Viedma?

?En Viedma tengo trabajo pastoral, un trabajo social con una fundación y trabajo social en las redes barriales. Llevo cinco comunidades y las Carmelitas. En la Fundación Creando Futuro ayudamos a niños y jóvenes a no caer o salir de las adiciones. Tenemos un proyecto con el nombre de Adra, un centro terapéutico; tenemos viviendas sociales y trabajamos con jóvenes de máximo riesgo. Necesitamos mucha ayuda continuamente, donativos para comprar un vehículo, voluntarios, etc. Quien quiera colaborar puede contactar conmigo a través del facebook: Luis García Rodríguez.

?¿Hay diferencia entre la iglesia de allí y la de aquí?

?En la diócesis de Viedma se da mucha importancia a las comunidades cristianas de base y se fomenta el compromiso de esos cristianos en la realidad socioeconómica. Allí conocí a dos obispos: Esaine, un líder en la historia de Argentina en cuanto a defensa de los derechos humanos. Se la jugó en tiempos de la dictadura militar y salvó la vida de muchos. Siempre hablaba del Concilio Vaticano II y del Reino de Dios. El otro obispo era Marcelo Melani y ahora tenemos a Esteban Laxague, que es un pastor con una humildad grandísima y una preocupación por los curas extrema. Tiene claro que su adhesión al proyecto de Jesús le tiene que llevar necesariamente a vivir en una permanente situación de servicio. En Europa desde la jerarquía eclesiástica siempre se ha mirado con cierta autosuficiencia a la jerarquía eclesiástica de Latinoamérica, como si fueran obispos de segunda. Pero en la iglesia argentina hay curas muy cercanos a la gente, por eso a mí me alegró mucho cuando se eligió Papa a un argentino.

?¿Llegó a conocer al cardenal Bergoglio, hoy Papa?

?Jorge Mario Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires y fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina. No tuve un trato cercano a él pero sí le conocí en 2006 con motivo del 30 aniversario de la muerte de Enrique Angelelli, cuando en su homilía le reconoció como mártir. Bergoglio ha tenido una especial atención con sus sacerdotes, es un hombre sencillo, austero, sin aspiraciones de poder, es muy espiritual y cercano a la gente. No ha dudado nunca en decir lo que piensa, con mucho respeto pero con mucha fuerza; por ejemplo en sus denuncias de la situación de pobreza que se vive en Argentina, la corrupción o la injusticia. Como jesuita es una persona súper inteligente y es capaz de ponerse al nivel de las personas más sencillas, habla en lenguaje sencillo y cercano a la gente, es muy culto. Una de las cosas que me impactó que ha hecho ha sido el impulso del trabajo de los curas villeros, de villas. Bergoglio les ha apoyado y ha creado en la diócesis de Buenos Aires una vicaría especial. Hay curas suyos que están amenazados de muerte por el narcotráfico y les ha mostrado su apoyo.

?¿Volvió a tener contacto con él?

?Sí, en 2007 vino a Río Negro a nuestra diócesis donde se beatificó a Ceferino Namuncurá, y Bergoglio presidió la misa. Además tenemos una persona en común muy cercana. Uno de mis trabajos en Viedma es con las Carmelitas descalzas y la que ha sido superiora hasta hace un año, Teresa, con quien tengo muy buena relación, es íntima amiga de Bergoglio. La noche que le eligieron Papa me llamó emocionadísima y me ha trasmitido muchas cosas de él. Hay una frase que dijo a los obispos que a mí me impactó: el buen pastor es aquél que huele a oveja. El buen sacerdote no es el que está en un despacho, sino con la gente. Es una persona muy sencilla y tiene muy buen humor. Me contó Teresa que necesitaba ayuda para hacer el convento y le pidió a Bergoglio cuatro nombres de gente a la que poder pedir dinero y él le mandó estampas de cuatro santos.

?¿Qué espera de este nuevo Papa?

?Lo más importante de él es esa espiritualidad tan fuerte que tiene, esa conexión con Jesús, con sus curas, y por otro lado su conexión con la realidad, con la gente. No es de protocolos, oros y ropajes. Ya lo iremos descubriendo, como cuando no se ha puesto la cruz de oro. Creo que aportará un cambio a esta iglesia de Europa tan centrada en lo estético y poco en lo ético. La figura de Francisco I va a ayudar a cambiar esto y recuperar la visión de pobreza tan esencial que debe tener la iglesia.

 

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