Colegios rurales: la educación

Imaginen un colegio con apenas unas aulas y con cuatro, cinco o 10 niños en cada aula, con su correspondiente profesor y dedicación a cada uno de ellos. El colegio está muy cerca de las viviendas de los niños y las familias mantienen un contacto casi directo con el centro y los docentes.

Laura Montalvo

Viernes, 6 de mayo 2016, 10:45

¿No sería la educación ideal?

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Pues es la educación que está desapareciendo, la que encontramos en las escuelas y colegios rurales.

Así es el día a día, a grandes rasgos, de los colegios rurales en la provincia de Almería, 18 ubicados en las distintas comarcas y que este curso han acogido a 2.036 alumnos y 272 profesores.

 

La mayoría de ellos acogen sólo unidades de Infantil y Primaria, aunque hay algunos que ofrecen ESO (CPR Alto Almanzora en Armuña y CPR Filabres, en Albanchez), así como Educación especial (CPR Alcolea Fondón, en Alcolea y CPR Sierra Almagrera, en Villaricos).

Las diferencias entre los centros son muy notables, ya que por ejemplo el CPR Historiador Padre Tapia (El Viso) es el que más alumnos acoge, 266, y 27 profesores, muy seguido del CPR Campo de Níjar Norte (Puertoblanco), con 264 alumnos y 29 profesores. Frente a ellos están los que menos alumnos tienen: CPR Alboraida, en la barriada abderitana de La Alquería, donde han asistido a clase este curso 11 alumnos con sus dos profesores; CPR. Los Vélez, en Vélez Blanco, con 14 alumnos y tres profesores y CPR. Alpujarra Alta, con 29 alumnos y 4 profesores.

Permanencia

Los CPR, colegios rurales, son casi una especie en peligro de extinción, aunque la delegada territorial de Educación en Almería, Isabel Arévalo, ha asegurado en declaraciones a IDEAL que el próximo curso se mantendrán los 18 que hay en la provincia.

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«Hacemos una gran apuesta por mantener estos centros, incluso este año el presidente de la Junta, José A. Griñán, inauguró el curso en Bédar, en un colegio rural. Mantener estos centros es una manera de vincular a los niños a su territorio, sobre todo es importante para Infantil y Primaria, evitamos el desarraigo, evitamos que estén casi todo el día en otro pueblo donde sí hay colegio», explica.

Asimismo enumera otras ventajas como que «estos centros suelen estar cerca de municipios a donde acuden después a cursar la ESO o bachillerato, como ejemplo con el centro de La Alquería y Adra». Mantener profesores y medios «es una apuesta económica importante.

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Almería tiene municipios muy pequeños y territorios muy singulares como por ejemplo Bayárcal, que a veces se queda incomunicado por la nieve, tenemos centros en las sierras, en lugares geográficamente más aislados». Además a estos centros se desplazan profesores para dar materias específicas como por ejemplo inglés o religión e incluso se comparten servicios como logopeda.

Y es que los alumnos que acuden a los Colegios Públicos Rurales cursan las mismas materias que quienes van a los centros de grandes pueblos o ciudades, «están en igualdad de condiciones».

Ventajas

Igualdad e incluso con mayores ventajas, ya que al ser menos alumnos en cada clase «el profesor puede tener una atención más personalizada, de manera que si hay dificultades de aprendizaje hay una mayor atención».

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Asimismo, y según explica la directora del CRP Alboraida, en Adra, Inma Linares, «al final en la escuela somos como una pequeña familia. En este colegio estamos dos profesores, uno para Infantil y otro para Primaria. Tenemos once alumnos de entre 4 y 11 años, y lo más bonito es ver cómo se cuidan unos a otros». Además el contacto con la familia también es más cercano «y se pueden atajar antes los problemas que puedan surgir. Tienes la capacidad de conocer al entorno del menor, la situación y condiciones en la que vive, lo que le rodea, que son factores que influyen mucho en su actitud y aptitud en clase».

Eso en cuanto a beneficios para los alumnos y alumnas, pero ¿y en cuanto al profesor? Este diario se ha puesto en contacto con algunos de los profesores que ejercen o han ejercido su labor en CPR y aunque algunos reniegan de esa etapa y estaban deseando volver a «la civilización», otros recomiendan al menos una vez en la vida ejercer de profesor en un centro rural. «La experiencia es totalmente diferente a trabajar digamos en un centro normal. Tienes muy pocos alumnos pero con diferentes niveles y dentro de esto subniveles y hay que dar la clase para todos ellos, son muchas explicaciones».

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El primer año que llegué tenía niños de tres, cuatro, cinco años primero y segundo de Primaria, era muy difícil, pero se sale», explica Linares. Una curiosidad: «el niño que quiere aprender lo hace más deprisa: hay alumnos de Infantil que escuchan explicaciones que doy a Primaria y se van quedando con las cosas. He tenido niños que han cogido la lecto-escritura a los tres años. Para nada hay peor aprendizaje como se ha dicho alguna vez».

Para Linares «sería muy negativo que se cerrasen los CPR, «por esa familiaridad que hay, por la atención que podemos prestar, tratamos de tú a tú a las familias y porque es importante que se preserve el entorno rural. Y en este centro no hay diferencias, los niños son niños, da igual la nacionalidad, no hay discriminación, se ven como iguales».

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Lo peor es que el trabajo que tienen que hacer «es el mismo que en otro centro. Da igual que seamos un colegio pequeño, hay que hacer todo el papeleo con menos personal. Y que los profesores no son fijos, se van».

Muchas familias también están encantadas al llevar a sus hijos a estos centros rurales y algunos padres consideran que estos colegios «tienen que ser vistos mas como una oportunidad que como un problema económico, no se debería recortar en Educación».

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