Las mujeres del taller de empleo 'La abderitana' quieren recuperar las conservas

Unas 400 familias de Adra llegaron a beneficiarse directamente de la fábrica de conservas santa Isabel, conocida mundialmente por su melva, pero donde también se hicieron conservas vegetales.

Laura Montalvo

Viernes, 6 de mayo 2016, 11:56

La fábrica se remonta al siglo XIX, cuando empezó a funcionar como azucarera, y luego se reformó para la fabricación de las verduras en conserva dirigida por Fernando García Espín sobre 1931.

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Durante la guerra civil la CNT asumió su dirección y comenzaron las conservas de sardina y caballa. El empresario virgitano Joaquín Vázquez se hizo cargo de esta fábrica en los años 40, con Pedro Navarro como gerente y comenzaron a comercializar su famosa melva.

La fábrica estuvo funcionando hasta los años 90, luego se mantuvo como almacén y finalmente se derrumbó el año pasado para abrir un nuevo vial. Pero la idea de aprovechar los frutos del mar y del invernadero para conservas siempre ha rondado en Adra, de hecho, se hizo un intento con OPEPESA que acabó fracasando en 1999, apenas tres años después de haber sido puesta en marcha como organización de productores pesqueros.

Pasan los años y la localidad va evolucionando, de manera que está en pleno desarrollo de su sector servicios, de cara al turismo, aunque sin olvidar sus dos tradicionales sectores económicos: la pesca y la agricultura. Y de nuevo vuelve a rondar la idea de las conservas. Desde hace unos meses en muchas casas de la localidad ya apenas se tiran los restos de verdura o fruta madura, se intenta aprovechar casi todo, al igual que con el pescado.

Desde el pasado mes de marzo doce mujeres mayores de 25 años se están formando y trabajan en el taller de empleo 'La abderitana', promovido por el Ayuntamiento abderitano y cofinanciado por la Junta de Andalucía y el Fondo Social Europeo. Están recibiendo formación para la creación de una empresa de elaboración artesanal de conservas de pescado y de frutas y verduras y tienen un contrato de formación por el que perciben cada mes 1,5 veces el salario mínimo interprofesional.

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Algunas de estas mujeres trabajaron durante años en la fábrica santa Isabel, como Encarna Olivencia, a quien lo que más le gusta es «hacer pescado, mis padres han sido pescadores toda la vida, trabajé además en el saladero. Si en aquella época me dicen que yo voy a acabar haciendo esto no me lo creo, estoy muy contenta. Hacemos cosas de forma manual, casera, en la fábrica había máquinas y era diferente. Pero lo que más me está costando con esto son los números, la contabilidad, porque no sólo nos enseñan a hacer cocina, sino a montar una empresa, con sus cuentas y todo. Pero gracias a las compañeras lo estoy sacando».

Mª Carmen Rivera cree que este taller de empleo «está siendo muy interesante, tenía mucha ilusión con formar parte de este iniciativa que supone el rescate de las conservas, muy presentes en Adra desde hace siglos, primero con el membrillo o fruta y después con el pescado, lo que dio muchos puestos de trabajo y aquí estamos nosotras para ver si podemos retomarlo».

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Y no será por falta de ganas ni por maña. Y es que hasta ahora han realizado paté de marisco, conservas de caracoles, lomos de atún, ventresca, coliflor, mermeladas de todo tipo como de higo, tomate, pimiento, sandía y melón e incluso algunas nuevas creaciones como de berenjena con anís.

Y todo les sale bien, algo que les preocupa, «porque claro, hay que ir probando según vamos haciéndolo, y eso ya se va notando aquí», a la vez que se señala el estómago.

Según su profesor, el cocinero Manolo, «van cogiendo todo muy bien, hemos aprendido a hacer conservería vegetal, salados, dulces, etc. Y han aprendido a despiezar grandes pescados como un atún, con unas prácticas que hicimos con uno de 50 kilos y han visto cómo del atún, al igual que del cerdo, se aprovecha casi todo. Han aprendido a hacer productos gourmet y conservería de autor y estoy muy contento con ellas. Combinamos la diversión gastronómica con la docencia conservera».

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Para Carmen González, «la experiencia está siendo muy buena, estamos aprendiendo a despiezar pescado como atunes, a hacer conservas de forma profesional y técnicas de cocina, algo que yo sabía a nivel casero pero aquí mucho más profesional, y no es difícil, gracias al profesor, que hace que sea todo fácil».

Carmen Segura es la directora de este taller de empleo, es la primera vez que realiza una experiencia como ésta y está muy satisfecha al poder colaborar para formar a estas mujeres y que en un futuro puedan encontrar un trabajo.

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«Es muy gratificante. Uno de los objetivos de este taller de empleo es la inserción laboral, sobre todo mediante el autempleo con la creación de su propia empresa. Por eso, a la vez que aprenden las técnicas de cocina y a hacer las conservas se les está enseñando a formar una empresa, los pasos que hay que dar. Ahora por ejemplo estamos en el módulo de márketing y cómo comercializar los productos. Es una formación muy completa».

Este no es un taller de empleo al uso, ya que se trabaja con un tipo de material que debe ir al día, los alimentos, y deben ser frescos y de la mejor calidad para que ésta se aprecie después en las conservas.

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En poco más de seis meses las alumnas trabajadoras «han evolucionado mucho, tienen mucha capacidad de trabajo, ellas mismas se esfuerzan y se apoyan y tienen muchas ganas de aprender».

'La abderitana' puede ser la semilla del resurgir de la industria conservera en Adra, aunque lo que sí tienen claro las alumnas es que «se hará de forma artesanal, muy cuidada». La directora cree que «sí se puede vivir de esto. Tienen la inteligencia y las capacidades y gracias a este taller tendrán la formación para ello. Es difícil, pero si se esfuerzan pueden llegar a conseguir tener su empresa de conservas».

También es el deseo de la concejala de Empleo, Carmen Belén López, quien recuerda que ya en 2011 «empezamos a dar forma a este taller, porque queríamos recuperar la tradición conservera y por eso solicitamos esta formación. Este taller de empleo es una continua satisfacción y vemos cómo las alumnas van mejorando. Esperemos que aunque sea de manera artesanal, con una producción a pequeña escala, esa tradición conservera sea un punto de partida para la mujer abderitana».

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