Té con letras
Miguel Milán salazar
Laura Montalvo
Viernes, 6 de mayo 2016, 12:24
Cuando sugerí, una tarde del pasado otoño, mientras caían las hojas de los árboles cercanos, convirtiéndose en juguetes del viento, como diría el poeta, a Rocío Domínguez, directora de la biblioteca pública 'Miguel de Cervantes' de Berja, la posibilidad de coordinar, junto con ella, y de manera altruista por mi parte, un Taller de Escritura Creativa, me sentí como debió de hacerlo el gran almirante genovés Cristóbal Colón, cuando trataba de convencer a la reina de la nueva España, Isabel la Católica, de que allende los mares se podía descubrir un nuevo mundo.
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Y de igual manera que ésta egregia persona no dudó en empeñar todas las joyas y tesoros a su alcance para posibilitar tan aventurado y loable fin, tampoco dudó Rocío en poner en mis manos las tres carabelas de la ciencia literaria, para iniciar un viaje con marineros, algunos neófitos, otros más curtidos, que sin duda nos acabaría llevando a todos, maestros y alumnos, capitanes y grumetes, a descubrir las nuevas tierras aún no conquistadas que la literatura siempre esconde, expectante y silenciosa.
Que vivimos en una época de flagrante y dolorosa crisis no se nos escapa a nadie; por ello, los talleres de escritura en la biblioteca que nos ocupa, otrora preñados de direcciones o colaboraciones de autores del Cal (Centro Andaluz de las Letras), que fijaban y daban esplendor al aprendizaje del noble arte de la escritura, se fueron acabando, por mor de los recortes presupuestarios, de los que siempre la cultura, lamentablemente, termina pagando sus más severas consecuencias.
En ese compás de espera, aliviado por la directora en la medida de sus fuerzas, yo, como autor, y un enamorado por los cuatro costados de la escritura, sentí la necesidad de volver a reavivar ese foco de aprendizaje, para que tantos y tantos alumnos y alumnas, ávidos de seguir ampliando su bagaje, pudiesen seguir teniendo ese faro continuamente brillando, que acabase guiando a buen puerto, a través, para muchos, de un proceloso océano, sus meritorios esfuerzos.
El planteamiento para ese taller fue sencillo por parte de Rocío y mío. La consigna, más clara: «A escribir se aprende escribiendo». Con ésta premisa empezamos nuestra singladura, confiados en nuestras armas, y apoyados en nuestro tesón y en la seguridad de que contábamos con unos alumnos que sólo había que pulir convenientemente, para que acabasen destellando algún día, gracias a su esfuerzo y seguimiento ejemplar, pero sobre todo a su valía, en el firmamento de las letras.
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Naturalmente no íbamos a hacer el viaje solos. Como avezados marinos, teníamos varios ases, a modo de los hermanos Pinzones o Rodrigos de Triana escondidos en la manga, pues la colaboración desinteresada, en aras de un mayor nivel cualitativo, vinieron a aportárnosla navegantes curtidos en mil batallas literarias, de la fama de: Pilar Quirosa-Cheyrouze, Pepe criado, Mari Carmen Quiles, Antonio Carbonell, y un largo etcétera de poetas y escritores que, sin duda, acabaron haciendo las delicias de todos los asistentes al Taller, amén de escultores y pintores, como Manuel Fernández Castilla; o artistas gráficos de la envergadura de José María Muñoz Vílchez, que vendrían a complementar la interrelación existente entre el mundo de las artes y de las letras, conformando, con todo ello, a posteriori, un maravilloso libro, tanto de poesías como de relatos colectivos, ilustrado exquisitamente, que en la actualidad se encuentra en vías de publicación, y que titulamos entre todos con el mismo nombre que corona este artículo.
Ahora, pasado ya un año de mi apuesta rotunda por la cultura, de la que se terminaron haciendo eco, tanto Lorenzo Siva, como el mismísimo Pérez-Reverte, brindándome ambos su más sincero apoyo, observo que esa acción supuso una especie de 'bypass' muy positivo y necesario entre los talleres precedentes y el actual, para que la larga trayectoria iniciada por la biblioteca resurgiera, cual ave Fénix, de unas cenizas que su propia directora, con más voluntad que medios, ya se había encargado, por otra parte, de que no llegasen nunca a enfriarse
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Fruto de ello, este curso, que ha supuesto una innovación rotunda, y que ha venido a llenar el aforo de veinte alumnos con rapidez, ha comenzado a andar desde su segura plataforma, de la mano de autores y autoras que brillan con luz propia en el firmamento literario y poético, no sólo almeriense, sino español. Tales como, entre otros: Juan José Ceba, Juan Manuel Gil, Miguel Ángel Muñoz, Rafael Calero o Pura López.
Acabado de publicar mi primera novela en Madrid, 'El último derecho de pernada', allá por el año 2008, fueron muchos los lectores y lectoras que me paraban por la calle para preguntarme cómo había conseguido que una obra mía se publicase, destapando con ello a futuros autores y autoras en la sombra, que tenían infinidad de trabajos escritos, pero que no pensaban que podrían tener validez alguna por el mero hecho de no ser conocidos.
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A todos les animé a corregir sus trabajos, perfilarlos y ponerlos en valor, aconsejando a muchos de ellos a incorporarse al taller, intentando con ello que ese torrente, ese caudal de creación, de genio que duerme en el fondo del alma, como diría Bécquer, se perfeccionase, para que saltase después a la luz, y que todo el mundo pudiese disfrutarlo y darle la verdadera valía, o no, que tuviese.
Sirva todo éste ejemplo de lo más solidario, para concienciar, en primer lugar, tanto a los gobernantes locales, como provinciales y regionales, de que se tiene que apostar siempre por la cultura; no denostarla en ningún momento, sino apoyarla sin fisuras, como elemento vehicular que articula a toda una sociedad, en aras de su engrandecimiento humano y personal.
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Y por supuesto a todas las bibliotecas, para que sigan trabajando por la CULTURA con mayúsculas, independientemente de las coyunturas, promoviendo clubes de lectura, actividades literarias de todo tipo que vengan a incentivar de una manera imaginativa el interés por los libros.
Y, sobre todo, trabajando por la creación de talleres literarios, para dar las nociones necesarias de aprendizaje a muchos e inquietos creadores, potenciales escritores y escritoras, que vendrán, en un futuro próximo, no me cabe ninguna duda, a engrandecer el panorama literario nacional, y a completar un magnífico cuaderno de bitácora, que deje constancia del más hermoso y bello viaje que puede llevar a cabo el ser humano: el viaje a través del inmenso océano de las letras.
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