María Torres
Viernes, 6 de mayo 2016, 11:12
Ubicado a ocho kilómetros de Berja, Hirmes pasó a depender del Ayuntamiento de Berja en los años 80. La ausencia de agua potable no sólo ha obligado a sus vecinos a cargar con botellas y garrafas desde la fuente hasta sus casas sino que, además, ha generado la marcha de algunos de sus habitantes a otros municipios cercanos. Actualmente, una veintena de personas está censada en Hirmes. No obstante, la población se duplica durante los fines de semana y los periodos vacacionales.
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«Justicia social»
La llegada del agua potable a Hirmes es una cuestión «de justicia social» para el alcalde de Berja, Antonio Torres. «Se trata de una carencia histórica que se ha ido demorando en el tiempo porque conllevaba un gasto muy elevado para cubrir las necesidades básicas de unos pocos vecinos», reconoce el primer edil. «Sin embargo, hoy en día es inconcebible un carencia de este tipo y, al final, hemos conseguido la autorización para usar el agua de dos nacimientos pequeños que hay por encima del pantano de Benínar para abastecer de forma natural a los vecinos de Hirmes», detalla. Una opción menos costosa que ha facilitado la impulsión del agua hasta Hirmes.
Los trabajos comenzaron hace tres semanas y, según el Consistorio, marchan a buen ritmo. A juicio del alcalde de Berja, «lo difícil ya está hecho» y podrían concluir en apenas un mes. La llegada del agua potable a Hirmes no saldrá gratis a sus pocos habitantes. Según ha informado el Ayuntamiento de Berja, los vecinos se han comprometido a aportar una «pequeña cantidad económica» que contribuya a financiar las obras. «Entre 200 y 300 euros por vivienda», calcula el alcalde, Antonio Torres. El Consistorio ya ha empleado 200.000 euros en crear el depósito, instalar los motores y facilitar la captación e impulsión del agua. En la actualidad, ejecuta con medios propios la última fase del proyecto. Por otra parte, algunos propietarios tendrán que instalar grifos y desagües en sus inmuebles para que el agua pueda llegar a sus hogares.
Un rincón de la Alpujarra
Debido a la desaparición de Benínar y a la construcción del pantano, muchos de los antiguos habitantes de Hirmes son hoy vecinos de otras localidades como Almería, Roquetas de Mar o El Ejido. Gracias a sus características alpujarreñas, esta pequeña aldea es un remanso de 'paz' para quien la visita y reúne cualidades para convertirse en un punto destacado en el sector del turismo rural.
Por sus angostas calles no transitan coches. Solo el sonido de los pájaros y del agua de su fuente rompe el silencio de cada día. Las pocas casas habitadas que existen siempre mantienen sus puertas abiertas y los niños que visitan este antiguo barrio de Benínar en vacaciones 'campan a sus anchas' con una libertad incomparable que difícilmente encontrarían en otro lugar. En Hirmes lo antiguo 'está de moda' porque no se ha conocido otra cosa. Las fachadas de sus casas permanecen intactas y la humildad de sus gentes, también.
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