La prohibición del libre acceso a la lonja de Adra genera amenazas, agresiones y robos
La lonja de Adra se ha convertido en una «guerra diaria» para el personal que la gestiona. Discusiones, insultos, amenazas y agresiones a los empleados forman parte de su día a día. La prohibición del libre acceso al recinto ha provocado malestar entre algunos vecinos de la localidad que se empeñan en colarse para «molestar, robar pescado o revolver los artes». Así lo ha denunciado a IDEAL la Asociación de Productores Pesqueros de Adra, adjudicataria de la explotación administrativa de la lonja desde hace unos años. Solo el personal autorizado puede acceder a la lonja y en este grupo se integran pescadores, compradores y empleados. Ni turistas ni personas ajenas a la actividad del recinto pueden pasar. Una norma que no es nueva, que está debidamente señalizada en la puerta de acceso, pero que ha empezado a generar problemas recientemente. Según los empleados que trabajan en estas instalaciones, las discusiones son diarias y las amenazas «dejaron de serlo cuando se cumplieron». «Me dicen que 'te pillo y te mato', me han pinchado las ruedas de mi coche, el otro día intentaron tirarme al agua y no me dieron una paliza de milagro», relata José Nadal, responsable de la lonja de Adra y presidente a su vez de la Asociación de Productores Pesqueros del municipio. «El 90 por ciento de las personas que entran sin autorización responden correctamente a nuestro toque de atención y se marchan, pero el 10 por ciento restante no lo respeta, intenta colarse aprovechando un descuido o saltándose la valla y con malas formas», afirma. «No damos abasto cada día echando gente a la calle», sentencia.
María Torres
Viernes, 6 de mayo 2016, 11:53
Seguridad privada
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La Agencia Pública de Puertos de Andalucía renovó la licencia de explotación a la Asociación de Productores Pesqueros de Adra por diez años el pasado mes de febrero. Corresponde al adjudicatario velar por la prohibición expresa del libre acceso y, tras los últimos incidentes ocurridos, teme perder la concesión administrativa. «Podríamos recibir un ultimátum por parte de la Consejería de Pesca por lo que está ocurriendo y la gente tiene que entender que no es un capricho, que no podemos dejar que acceda personal no autorizado», justifica Nadal que apela al sentido común de los vecinos. Llevar mono, guantes y tarjeta identificativa es otra de las normas que hay que cumplir.
Casi un centenar de personas se concentra diariamente en la lonja de Adra. Con una plantilla compuesta por tres personas, encargada de coordinar la llegada del pescado, el control en los accesos se complica. «Hemos levantado un poco los muros laterales, pero se los saltan, y estamos barajando la posibilidad de contratar seguridad privada, pero esto implica más gastos y menos ingresos», apostilla con preocupación el presidente de la asociación.
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