El papel de las emociones en el arte de educar
Educar a un hijo no es una ciencia exacta. Es, según los expertos, un arte que genera incertidumbre en la mayoría de las familias. Una ardua tarea que, sin embargo, se puede 'moldear' haciendo de las emociones nuestro mejor aliado. Es lo que se conoce como 'educación emocional', una herramienta más al servicio de alcanzar la felicidad plena de todos sus miembros. Un término que ayer centró una charla en Adra orientada a la comunidad educativa en su conjunto. De la mano de Fapace, Federación de Asociaciones de Familias del Alumnado de Centros de Educación Pública de Almería, los participantes pudieron desterrar los 'errores' más comunes de la educación actual. Según Miguel Vera, psicólogo especialista en 'educación emocional', es necesario «buscar tiempo y espacio» para charlar con los menores, escuchar sus opiniones, compartir experiencias positivas que generen diversión tanto a padres como a hijos y entender sus emociones en función de la etapa evolutiva que estén viviendo. Asentado en unos valores éticos firmes, el manual de la 'inteligencia emocional' establece que para ello hay que empezar por nosotros mismos. Vera Sibajas habla del «analfabetismo emocional», aquel que nos impide identificar nuestras emociones y darle un uso inteligente. Aprender a controlarlas, ser más tolerantes ante la frustración e incentivar pensamientos positivos en nuestro día a día, son «clave» para contagiar a quienes están a nuestro alrededor. «Un madre feliz es un niño feliz», asegura este experto y, en este sentido, subraya la necesidad de emplear al menos 15 minutos diarios a «parar y relajarnos». Son los ingredientes que, a su juicio, generan a corto plazo 'familias inteligentes' capaces de 'conectar' con sus hijos. Normas consensuadas Para ilustrar la teoría que ayer se expuso en el Centro Cultural de Adra se mostraron algunos vídeos con ejemplos prácticos. «Si una niña de 11 años llega a casa una hora más tarde de lo previsto, antes de enfadarse con ella, hay que dejarla hablar, escucharla y, finalmente, imponerle un castigo por haber incumplido una norma que estaba consensuada previamente, pero de forma relajada», cita Miguel Vera. Lo mismo ocurre con la típica 'rabieta' de querer imponer a toda la familia un determinado programa de televisión. «Las normas que acordamos son líneas rojas que no se pueden sobrepasar», sentencia. Vera aboga por mostrar cercanía y amor a los hijos, pero sin caer en el proteccionismo. Un equilibrio difícil de conseguir, según reconoce, para lo que «no existen varitas mágicas».
María Torres
Viernes, 6 de mayo 2016, 11:14
La resolución de conflictos entre los progenitores también se abordó ayer en una charla que se extendió durante más de dos horas y que dedicó la mitad del tiempo a compartir dudas entre los asistentes. «Decidir el plan de un fin de semana en familia suele ser motivo de conflicto y es algo normal, pero la clave está en resolverlo con empatía y con el lenguaje adecuado», añade. Para el responsable de Fapace, es «fundamental» que el sistema educativo incorpore a sus planes de estudio talleres relacionados con el entrenamiento de las habilidades emocionales. «Si el siglo XX se basó en cuidar la salud física, el XXI debe avanzar en salud psíquica», concluye.
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