«La vida se ha puesto muy difícil y eso me preocupa por los que vienen detrás»

Montó su medio de vida junto al mar hace más de 30 años y ahí sigue. Primero en La Rábita y luego en Adra, ofrece a sus clientes «un sitio agradable, buena calidad y buen servicio». Empresaria y madre de cuatro hijos, su negocio es familiarmente conocido como 'el chiringuito de Amalia'. Está ubicado en el paseo marítimo de Poniente y abre sus puertas, «llueva o truene», los 365 días del año. - ¿Es usted de Adra, Amalia? - Nací en Salobreña, pero llegué a Adra con nueve días de vida porque primeros mis padres y luego mis abuelos decidieron instalarse aquí. - ¿Desde cuándo está vinculada a este sector? - Me casé con un hombre de La Rábita y allí, en un trozo de playa, decidimos instalar nuestro primer chiringuito. Han pasado 36 años desde entonces y estuvo abierto 24 años. Nos iba muy bien y allí nos dimos a conocer. - ¿Por qué cerró? - Tuvimos problemas con Costas y decidimos acudir al Ayuntamiento de Adra para trasladar nuestro chiringuito aquí. Desde el principio, nos dieron muchas facilidades y han sido muy atentos a lo largo de estos 10 años que llevamos en Adra. - ¿Qué caracteriza al 'chiringuito de Amalia'? - Las frituras de pescado, las buenas tapas y las paellas. En verano hacemos barbacoas casi a pie de playa. El restaurante que tenemos también acoge celebraciones como comuniones o cumpleaños y reuniones de empresa. - ¿Cuántos puestos de trabajo genera este negocio? - Cuatro y, aunque la temporada fuerte es en verano, se mantienen todo el año. - ¿Cuál es el secreto de su cocina? - El pescado debe freírse en un buen aceite y ser renovado frecuentemente para que no se queme. El pescado, aunque me cueste más, tiene que ser bueno también porque de eso depende nuestro prestigio. - ¿Qué balance haría de estos diez años? - Es positivo. Todo el que viene nos dice que es uno de los mejores chiringuitos de Adra y para mí es el mejor. Con la que está cayendo, sacamos un sueldo. En verano viene más gente, sobre todo de Madrid o Jaén, pero Adra necesita un hotel como el comer y quienes comemos del turismo también. La vida se ha puesto muy difícil, mucho más que antes, y eso me preocupa ya no por mí sino por los que vienen detrás.