María Torres
Viernes, 6 de mayo 2016, 11:52
Manuel se levanta a las seis de la mañana. Empieza su jornada en la lonja de Adra, eligiendo el pescado que poco después ofrecerá a sus clientes en el Mercado. Tiene hasta las dos de la tarde para ganarse el pan del día. Si hay suerte, venderá el género a su precio. Si no, ajustará la venta y repartirá entre sus conocidos lo que no haya vendido. Pasan las tres de la tarde cuando regresa a casa y, pese al sudor diario de su frente, «solo nos llega para pagar».
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Su caso no es una excepción. Es el que viven a diario los comerciantes de la Plaza del Mercado de Adra que ven cómo su medio de vida se desvanece. No hay clientes. La crisis económica y la competencia que sufren por parte de las cadenas de supermercados son ya inasumibles. «Allí es más cómodo comprar, tienen de todo y en 10 minutos la compra está hecha, pero los mejores productos, los más frescos, están aquí», explican con sensatez. Resignados, reconocen con frialdad la cruda realidad: «La Plaza no se está muriendo sino que ya está muerta».
Alrededor de 40 puestos conforman el Mercado de Adra y más de la mitad están cerrados. Pasear por alguno de sus pasillos resulta desolador. Por cada persiana bajada hay un sueño truncado, una ilusión por ganarse la vida que no pudo prosperar. Y eso que tienen todo lo que se puede pedir: los productos de mejor calidad, precios asequibles y un trato cercano. «Si no llevas suelto, mañana me lo pagas», le dice un comerciante a una clienta. «Eso no lo tiene un supermercado», apostilla.
Atrás quedaron otros tiempos. Los que recuerda Dolores Sierra, una abderitana que ha pasado media vida vendiendo fruta en la Plaza. «Antes todo el mundo venía aquí a comprar. Daba gusto abrir el puesto cada mañana. Se vendía y mucho. Nada que ver con lo que hay ahora», afirma. Al igual que los comerciantes, apunta a las grandes superficies como responsables de la deriva de la Plaza.
Sin asociación
El Mercado de Adra ha registrado una caída en picado en los últimos tres años. Algunos comerciantes tiraron la toalla y emprendieron caminos alternativos. Otros decidieron salir de la Plaza y probar suerte en calles más céntricas, con un horario más flexible. La disolución de la asociación Plaza del Mercado es solo un reflejo del desánimo generalizado que se está viviendo. Hasta hace poco más de un año, organizaban actividades conjuntas en fechas puntuales para atraer clientes y animar las ventas. «Nos costaba tres euros al mes estar en la asociación, pero ya no hay ni gente ni ganas», justifican.
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Alternativas Actualmente el Mercado de Adra sobrevive con su clientela más fiel, la de toda la vida. «Los jóvenes no vienen mucho», lamentan. Sin embargo, aún hay algunos que se resignan a pensar que todo está perdido. «Se podrían dar facilidades a los jóvenes para instalarse en los puestos que están cerrados e iniciar cualquier actividad y agruparnos a los que estamos abiertos en una misma zona. Esta plaza necesita vida y los puestos vacíos deterioran mucho la imagen del Mercado», opina el responsable de una frutería desde hace 15 años. También echan de menos más atención por parte del Ayuntamiento y más medidas que incrementen el atractivo de la Plaza. «Hay muchos mercados en España que están como nosotros, pero también hay otros muchos a los que les va bastante bien», reconocen los más esperanzados. A juicio de unos pocos, aún no es tarde para recuperar aquel esplendor que ya solo los más mayores recuerdan.
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