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Las aves lanzan un SOS sobre el estado de salud de las Albuferas

Las Albuferas de Adra se empobrecen. Lo confirma el último informe elaborado por Rodopechys, un grupo de voluntarios de la Sociedad Española de Ornitología que ha empleado cuatro años en hacer un seguimiento de las aves que habitan en este humedal de aguas profundas, salobres y permanentes del delta del río Adra. En las últimas dos décadas, algunas especies que solían anidar en este paraje natural, oculto entre invernaderos, ya no lo hacen. Es el caso del carricero tordal. Otras mantienen su presencia, como el pájaro moscón o el escribano palustre, pero en menor medida.

María Torres

Viernes, 6 de mayo 2016, 11:54

 

 

Estas conclusiones son fruto del anillamiento de más de un millar de aves, de 66 jornadas de trabajo desinteresado y de su comparativa con un estudio similar realizado en los años 90. Desde 2011 hasta el pasado mes de abril, los voluntarios de esta oenegé internacional han detectado 35 especies distintas en la estación ornitológica Lorenzo García, en las Albuferas de Adra. Su trabajo resulta minucioso. Capturan las aves cuidadosamente -ayudándose de redes japonesas-, proceden a su anillamiento y realizan una biometría detallada de la especie. En apenas cuatro años, han pasado por sus manos 1.046 ejemplares. Dos pájaros procedían de otras localidades españolas y tres, del extranjero. «Si hace 20 años el escribano palustre se contaba en bandos de cientos ejemplares en las Albuferas, en los últimos tres años apenas se han localizado dos», subrayan. Y esto sólo un ejemplo.

Aunque los datos analizados indican un empobrecimiento real y una pérdida de especies demostrable en los últimos 20 años, el informe de la Asociación Española de Ornitología también arroja resultados positivos: la aparición de nuevas especies reproductoras como la buscarla unicolor y el ruiseñor bastardo. Esta última, además, es ya una población numerosa. Especialmente gratificante es para este grupo de voluntarios la localización de un ave poco frecuente como el carricerín real.

Amenazas

Las Albuferas de Adra son un pequeño oasis en el mar de plástico que encarna el Poniente de Almería. La ocupación masiva del territorio ha provocado que su extensión se haya reducido a la mitad en el último siglo y que la contaminación que se deriva de la actividad agrícola sea un lastre para garantizar su conservación.

La presencia de aves, por otro lado, no resulta agradable para algunos agricultores de la zona que han optado por instalar redes japonesas en sus fincas para proteger sus cosechas. Una práctica «poco perseguida» que acaba con la vida de los pájaros. Aunque tampoco está permitido, el pastoreo también supone una amenaza para salvaguardar la biodiversidad de este humedal almerisense que, además, es pasto de roedores y gatos. Las ramblas que desembocan en las lagunas traen consigo, por su parte, una gran cantidad de residuos de todo tipo.

La Sociedad Española de Ornitología recomienda en el último informe elaborado sobre las Albuferas de Adra restaurar la vegetación y  ampliar la zona protegida. Después de cuatro años de seguimiento, el grupo Rodopechys advierte que sería necesario controlar de forma exhaustiva el pastoreo de la zona así como la instalación de redes japonesas en los invernaderos. Al mismo tiempo, considera interesante incidir en la divulgar la importancia biológica de las Albuferas de Adra, una labor que ya se está haciendo entre escolares y agricultores, principalmente. La educación medioambiental es clave para valorar su riqueza, según las conclusiones del informe.

Lejos de presentarse como un 'arma arrojadiza' contra la gestión de las administraciones, el informe elaborado por Rodopechys se presenta como un indicador del estado de salud de las Albuferas de Adra. Es, por tanto, una herramienta útil para profundizar en la conservación de un enclave crucial en el paso migratorio de numerosas aves en busca de zonas invernadas o de reproducción. Los voluntarios concluyen que, aunque la pérdida de pájaros en este paraje natural responde a una tendencia general experimentada en todo el mundo, en Adra es también consecuencia directa de una agricultura intensiva bajo plástico que asfixia al humedal y a las especies que lo habitan.

Una labor desinteresada

El grupo Rodopechys, de la Sociedad Española de Ornitología, está compuesto por una veintena de voluntarios. Son biólogos y ambientólogos en su mayoría y están autorizados para anillar aves. Desde hace cuatro años, dedican un día al mes a esta labor. Una tarea regular, constante y voluntaria que le resta cinco horas a su fin de semana. Amantes de las aves, el grupo se organiza de forma desinteresada en su afán por conocer las especies, divulgar sus características y ayudar a conservarlas. La estación ornitológica Lorenzo García es su base de operaciones. Fue construida hace un año por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y debe su nombre al primer anillador de la provincia, un reconocido naturalista almeriense, miembro a su vez de Rodopechys. La minuciosa y ordenada recopilación de datos que realiza esta oenegé de sobrado prestigio internacional en Adra ha originado importantes documentos de suficiente entidad científica para su publicación.

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