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Ideal.es
Viernes, 6 de mayo 2016, 10:37
No quisiera comenzar mi colaboración con este medio sin agradecer a María Torres su generosidad y atrevimiento por contar conmigo para expresar algunas ideas y opiniones. No pretendo que todo el mundo esté de acuerdo, pero si persigo una reflexión sobre los temas que vayan apareciendo. Sin más preludio, centrémonos en el tema de hoy, la educación. Para ello, trataré de resumir cuatro sucesos que en los últimos años he vivido en primera persona en nuestro municipio. El primero de ellos se produjo en presencia de mi hijo que contaba apenas cinco años. De pronto, un perro de raza peligrosa se acercó hacia nosotros a toda velocidad sin bozal ni correa, por supuesto. Mi hijo se asustó y yo reprobé al dueño que no cumpliera con las normas, a lo que el joven me contestó que él llevaba a su perro como le daba la gana.
En otra ocasión, por la calle Mercado un coche pasaba a toda velocidad y golpeó a un perro que llevaba una niña de unos diez años. La niña quedó paralizada de la impresión, pero yo que estaba a unos cuantos metros indique al chaval que tuviera más cuidado. Su respuesta fue que él no iba a llevar el coche como a mi me diera la gana.
Los dos sucesos siguientes tuvieron lugar en el paseo marítimo durante este verano pasado. Dos personas arrojaron al suelo (las papeleras no estaban a más de dos metros) sendas bolsas de chucherías. Yo, para variar, les pedí que las recogieran y las tirarán en los contenedores. En una ocasión, me hizo caso un acompañante del infractor, y en la otra me gané la magnífica frase, «recógela tú con los cuernos, gilipollas».
De entre las personas que había alrededor, alguna dijo que no merecía la pena, que no iba a arreglar nada. Me niego, me niego a no reprobar al incívico, al maleducado. No sé si conseguí algo. Desde luego, traté de dar ejemplo a mi hijo, de proteger a una niña, y de tocar la fibra de algunos jóvenes. ¿Qué hemos hecho mal? No podemos ni debemos culpar a los docentes de estas actitudes. Qué podemos esperar de una sociedad que idolatra a los concursantes de Gran hermano edición X y a los participantes en un programa cuyas siglas son MHYV.
No voy a ser yo quien abogue por volver a llamar a nuestros padres de usted como a principios del siglo pasado, pero sí pediría respeto hacia las demás personas; de cualquier edad, sexo y raza. El que no cede el paso a un anciano porque no lo sabe, no es culpable. No lo ve mal. Pero entre todos, debemos hacerle ver que no es lo correcto. Y por favor, no confundir educación con cultura. Creo que todos conocemos a personas que no teniendo unos vastos conocimientos académicos poseen una exquisita educación y por supuesto, personas que siendo muy cultas pecan a menudo de maleducadas.
Por cierto, recientemente se ha fallado el premio Nobel de literatura cuya ganadora ha sido la periodista bielorrusa Svetlana Alexievich. ¿Alguien de nuestro entorno la conoce? Yo no. Sin embargo, sé perfectamente quién es Belén Esteban. Triste vida.
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