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Historias cotidianas llenas de vida

Francisco prefiere no desvelar su edad. Está casado, tiene una hija y un puesto de trabajo en el área de administración de la asociación de personas con discapacidad Verdiblanca. La vida no se lo ha puesto fácil. Padece acondroplasia, una causa común de enanismo. Pese a las limitaciones físicas con las que convive diariamente, este almeriense asegura que es capaz de conseguir todo lo que proponga. Tiene carnet de conducir, ha viajado a Cuba y disfruta de una vida estable. Entre sus próximos retos está ganarle la partida al miedo y atreverse a bañar a la pequeña. Su historia, y otras tantas, recorren los institutos de la provincia de Almería para intentar abrir los ojos a una sociedad acostumbrada a mirar a otro lado. La campaña, que llega a su fin en el mes de marzo, ha hecho escala recientemente en el instituto Ciudad de Dalías. En un intento por remover las conciencias, Verdiblanca abandera una iniciativa que presenta ante los jóvenes el día a día de personas normales. Experiencias reales, con nombres y apellidos, cargadas de conquistas, anhelos y mucho afán de superación. La de María del Mar está marcada por una retinosis pigmentaria que le obligó a dejar de estudiar con apenas 14 años. Hoy, con medio siglo a sus espaldas, encuentra tiempo para volver al instituto y contar a los chavales que, aunque con ayuda, es capaz de realizar algunas tareas domésticas y que no se resigna a no poder ver un partido de fútbol. Su actitud y su aptitud ante la vida da forma a un trabajo audiovisual titulado Vidas, doce cortometrajes que se han proyectado hasta la fecha ante más de 2.000 estudiantes. Carlos Tejada es uno de sus rostros más conocidos. Competidor hasta la médula, convive con una discapacidad intelectual que no le impide, sin embargo, haber alcanzado grandes logros en el mundo de la natación. Carlos también tiene sueños: competir en los Juegos Olímpicos de Brasil. «Normalmente nos suele acompañar a los institutos el protagonista de alguno de los cortometrajes para que el mensaje llegue con más intensidad a los alumnos», explica Anabel Morales, coordinadora del programa Vida en las Aulas. «Sus testimonios generan emociones muy diferentes en los alumnos. Es importante que aprendan que las personas con discapacidad son personas normales con capacidades diferentes. Algunas muestran su sorpresa por lo que son capaces de hacer y otros llegan a emocionarse», asegura Morales.

María Torres

Viernes, 6 de mayo 2016, 11:33

Empatizar El programa Vida en las Aulas llegará a su fin, después de un año de trabajo, en Huércal-Overa. Se ha centrado especialmente en los institutos que disponen de aula de integración o educación especial. «La filosofía de esta propuesta del acercamiento a los centros viene dada porque desde edades tempranas es conveniente que se conozca cuáles son los obstáculos a los que se enfrentan cada día las personas con discapacidad, así como las diversas e ingeniosas formas que tienen para poder superarlos, sus inquietudes, motivaciones y lo que los demás pueden aportar para mejorar su calidad de vida. También lo que ellos pueden ofrecer a quienes le rodean», ha matizado el presidente de Verdiblanca, José Gómez Amate. Verdiblanca no descarta organizar una nueva edición de un proyecto que logra encandilar a los más jóvenes de la sociedad.

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