Los vecinos de La Alpujarra han plantado cara a
su guía espiritual. No están dispuestos a seguir permitiendo una
actitud que consideran déspota, maleducada y soberbia. Los
feligreses de municipios como Alcolea, Fondón, Fuente Victoria,
Laujar de Andarax o Bayárcal no sólo no están de acuerdo con las
«formas» de su párroco, Miguel Teruel, sino que temen que acabe
con las tradiciones religiosas más arraigadas de la comarca.
Aunque la sangre no llega al río, los detalles del sacerdote
molestan. Al sacerdote no le gusta el jaleo en las iglesias. Quizá
por este motivo se atrevió a expulsar del templo a la banda de
música de Laujar. Se celebraban las fiestas en honor a San
Sebastián . «O se van o no empiezo», dijo después de cuestionar
su presencia. Actuó de forma similar con la banda de música de
Alcolea durante la celebración de la festividad en honor a Santa
Rosa de Viterbo. Tampoco es partidario de escuchar el himno
nacional en la Casa de Dios. En la iglesia de Benecí, en Fondón,
lo prohibió expresamente y desde entonces se ha silenciado en
todas y cada una de las iglesias que gestiona.
Al sacerdote tampoco le gustan demasiado los coros. «Al coro de
Laujar le prohibió cantar en Cuaresma, al de Bayárcal lo echó
prácticamente y a otros los interrumpe a su antojo», afirma un
vecino de la comarca. Algunos grupos han sido 'desbancados' del
lugar que tradicionalmente han ocupado en la iglesia para restarles
protagonismo «casi mirando a la pared». Desde su llegada a la
Alpujarra, hace poco más de un año, «las cosas no van bien» y
es un secreto a voces. El párroco ha modificado el horario de
algunas misas, ha recortado otras, ha iniciado la catequesis de los
niños «cuando le ha dado la gana» y ha conseguido desmotivar a
los grupos litúrgicos, formados por personas muy cercanas a la
actividad religiosa desde hace años. Es el caso de las mujeres que
de forma voluntaria y regular limpian las iglesias de estas
pequeñas localidades. Les ha 'requisado' las llaves. Las
celebraciones eucarísticas han dejado de tener sentido para
algunos por la sucesión de «disparates» que expone en sus
homilías, insisten los vecinos, y el descontento es generalizado.
El último desacuerdo tuvo lugar el pasado domingo en Laujar,
cuando determinó que la misa del Jueves y del Viernes Santo
comenzaría «apenas una antes de las procesiones». Tampoco
convocó las procesiones del Domingo de Ramos.
Las decisiones del párroco resultan desagradables, tanto que
han dado lugar a irónicas letrillas de Carnaval: «Como no lo meta
alguien en verea, esta cura acabará con la mijilla de fe que hay
en Alcolea».
Publicidad
Cónclave de alcaldes
El malestar que ha provocado el sacerdote en la comarca de la
Alpujarra ha desembocado en la celebración de un 'cónclave' de
alcaldes en la Diócesis de Almería. Los máximos responsables de
los ayuntamientos de Alcolea, Fondón, Fuente Victoria, Laujar y
Bayárcal fueron los encargados de trasladar las quejas recopiladas
al obispo, Adolfo González, en un encuentro «cordial y
productivo». Desde el obispado se le intenta quitar hierro al
asunto al destacar que se trata de «pequeños desacuerdos»
vinculados a la religiosidad popular y ajenos a «lo esencial». En
su intento de apaciguar los ánimos, el obispo ha pedido a don
Miguel más «sensibilidad» con las costumbres de los municipios,
aunque sin restarle la autoridad que le compete como responsable de
las parroquias. Y a los alcaldes, «paciencia» con la actitud de
un párroco que «sí comparte las costumbres, pero no todas las
formas».
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.