A los 16 años adquirió su primera guitarra española
y hoy es capaz de fabricarla con sus propias manos. Hijo de un
maestro ebanista, siguió los pasos de su padre e hizo del sector
de la carpintería su medio de vida. Pero llegó la crisis y la
burbuja estalló. Fue entonces cuando los acordes de aquel viejo
instrumento adoptaron un sentido distinto para Antonio Robles, un
virgitano que un día se atrevió a tallar la madera de forma
artesanal para convertirla en música.
Los guitarreros artesanos escasean en la provincia de Almería. "Yo
no tenía ni idea de cómo construir una guitarra", reconoce
Antonio. "He tenido que indagar por otros sitios como Granada o
Sevilla y documentarme a través de los pocos libros que
profundizan en la técnica", explica. Quizá por ello se considera
autodidacta. Un apasionado de la música que decidió volcar su
experiencia como carpintero de muebles de hogar en la fabricación
de guitarras hechas a mano. Una mente creativa e inquieta capaz de
conseguir diseños únicos y singulares sin perder de vista la
calidad sonora. Respetuoso con las medidas que el almeriense
Antonio de Torres imprimió a la guitarra clásica moderna en el
siglo XIX, Robles realiza incrustaciones de madera o de hueso en su
contorno para distinguirlas.
Piezas únicas
Antonio Robles conoce al detalle cada uno de los rincones de este
instrumento inspirado en la silueta femenina. Desde el mástil
hasta el diapasón, pasando por el puente. Comenzó hace tres años
a fabricar guitarras en el almacén de su casa. En el número 25 de
la calle Espronceda de Berja no hay máquinas, tan sólo unas
cuantas herramientas para trabajar la madera. "Hay que saber elegir
bien la madera porque debe ser bonita, generalmente es de pino o de
abeto, pero también reunir las cualidades acústicas que se
necesitan", apunta. Aunque es consciente de que le queda mucho que
aprender, se siente satisfecho: "La primera guitarra que construí
no es la que mejor sonaba, pero suena mejor que la que compré
cuanto tenía 16 años".
Intuición, oído y pasión se entremezclan en un proceso de
fabricación que conlleva "entre 200 y 250 horas por guitarra". "A
diferencia de las guitarras de serie, un lutier busca una calidad
sonora y un acabado especial", resume este virgitano. El resultado
es una pieza única sólo apta para profesionales o coleccionistas.
Su precio es muy variable y oscila entre los 2.500 y los 6.000
euros.
María Torres
Viernes, 6 de mayo 2016, 12:12
De ebanista a lutier
Antonio Robles compagina actualmente las «cuatro chapuzas» que le
encargan con la fabricación artesanal de guitarras clásicas.
Quiere dejar de ser carpintero para convertirse en un lutier. «De
momento no puedo vivir de esto, pero me encantaría. Me apasiona la
guitarra española», asegura. Fabrica por encargo, para poder
sufragarlas maderas que necesita, y expone parte de su trabajo en
un portal en internet: guitarluthier.jimdo.com.
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