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El río Adra destapa parte de su historia

El río Adra destapa parte de su historia

Las labores de limpieza dejan al descubierto una placa conmemorativa del año 1891

María Torres

Lunes, 14 de noviembre 2016, 10:07

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Corría el año 1891 cuando se terminó de construir un muro de protección en el cauce del río Adra. A base de pico y pala, el gobierno de Cánovas del Castillo alteró su cauce natural para evitar las enfermedades que estaba ocasionando entre la población abderitana su desembocadura en el mar. Por aquellos entonces, el rey Alfonso XIII era apenas un niño y delegaba sus funciones en su madre, María Cristina. La estructura, que no pudo soportar la fuerza del agua en la riada 1973, fue inaugurada a finales del siglo XIX y así consta en una placa conmemorativa que, tras más de cuatro décadas oculta entre cañas, ha vuelto a ver la luz.

«Reinando don Alfonso XIII y en su nombre su augusta madre doña María Cristina, se construyó este muro de defensa con fondos procedentes de la Suscripción Nacional, abierta el 15 de septiembre de 1891 gracias a la magnánima iniciativa de S.M la reina regente eficazmente secundado por su Gobierno, presidido por el excelentísimo señor don Antonio Cánovas del Castillo». Es lo que aún puede leerse en la placa que se colocó sobre el mismo muro de piedra a finales del sigo XIX. Una inscripción que ha sido descubierta durante los trabajos de limpieza que la Junta de Andalucía está acometiendo sobre el cauce desde este mismo mes.

Los vecinos más longevos conocían la existencia de esta placa que ha permanecido oculta entre la maleza y que hoy destapa parte de la historia del río Adra. Al contrario de los que muchos piensan, el río desvió su cauce para proteger a la población de los insectos que originaba a su llegada al mar, una zona fácilmente inundable plagada de cultivos. Esto obligó a levantar un muro de piedra a la altura de la barriada de La Alquería, capaz de cambiar el curso del río para que desembocase finalmente en Puente del Río. Decenas de obreros participaron en una obra que supuso el origen de esta pedanía que hoy roza los 2.000 habitantes. Aunque se reforzó alrededor de los años 50, la riada de 1973 logró tumbar el muro de defensa del río Adra, que reventó hasta sepultar bajo sus aguas un municipio entero. Desde entonces, el muro permanece intacto, tal y como quedó aquel 19 de octubre del 73.

Antecedentes

El río Adra alberga un largo historial de desbordamientos e inundaciones. La última riada tuvo lugar el 19 de octubre de 1973. Aún hay vecinos que vivieron en primera persona el ímpetu de un caudal que arrastró con todo lo que encontró a su paso y anegó completamente la antigua Abdera.

Aunque ha sido y es fuente de vida y motor de su principal sector económico, la agricultura, el río para Adra es también origen de buena parte de sus acontecimientos más dramáticos. Según se desprende del estudio elaborado por el historiador Víctor Rodríguez, la primera riada que se puede documentar se produjo en 1662. Ya en el siglo XVIII se levantó una especie de muro para proteger a la población ante una posible avenida de agua. Sin embargo, no sería hasta 1891 cuando el asunto acaparó la atención de los responsables políticos territoriales. El 11 de septiembre de aquel año, el río volvió a desbordarse, provocando daños en más de 250 hectáreas de cultivo y una víctima mortal. Fue el balance de una catástrofe natural que motivó a los abderitanos a reclamar una protección real frente al río. Tal y como detalla Víctor Rodríguez en un artículo que próximamente verá la luz en la revista Farua, se redactó un proyecto valorado en 150.000 pesetas.

Cuando aún no se había repuesto de lo sucedido y no había dado tiempo a actuar, Adra sufrió de nuevo una inundación por el desbordamiento el río en el mes de octubre. Entonces sí, los políticos determinaron que el riesgo de inundación era real y que había que tomar cartas en el asunto.

Finalmente, se elaboró una actuación de defensa que consistía en la construcción en la margen izquierda del río Adra de un muro de más de un kilómetro de longitud y de un dique rompeolas de dos metros de altura y de 90 de longitud. Para materializar este proyecto se necesitó invertir 25.000 duros. Tras su culminación, a finales del siglo XIX, se instaló una placa conmemorativa sobre el mismo muro. Una placa que ha permanecido oculta entre cañaveral, residuos y maleza a lo largo de los últimos 40 años. Los trabajos de limpieza que actualmente está acometiendo la delegación territorial de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía han rescatado esta inscripción que ha logrado sobrevivir al paso del tiempo.

Encauzamiento

Mientras se desarrollan los trabajos de limpieza en el cauce del río Adra, cuatro décadas después del desbordamiento y un año después de que los abderitanos se echaran a la calle para exigir una actuación urgente, el proyecto para encauzarlo está definido. El gobierno andaluz atribuye las competencias al Ejecutivo de la Nación y viceversa. El proyecto que el Gobierno presentó para este fin en 2007, valorado en 19 millones de euros, quedó aparcado en un cajón -que hoy ninguna administración se atreve a abrir- por no superar los trámites ambientales. En el último pleno, Ciudadanos pidió al alcalde, Manuel Cortés, que reivindicase «sin rodeos» esta obra -catalogada de Interés General- al Estado. La petición, formulada a a través de una moción, salió adelante por unanimidad.

Ante las preguntas de la oposición, el concejal de Seguridad, César Arróniz, reconoció que el Ayuntamiento de Adra solicitó un informe en 2014 para determinar las competencias y que este documento otorga la responsabilidad de redactar el proyecto a la Junta de Andalucía y al Gobierno, su ejecución. Ante esta tesitura, la corporación municipal coincide en la necesidad de abordar el asunto con todas las administraciones implicadas. «El pueblo de Adra no se conforma con una limpieza del río y pedimos a las administraciones que se sienten y dialoguen porque se trata de impedir una catástrofe natural que puede evitarse», insiste Pedro Peña, portavoz municipal de Ciudadanos. El pasado mes de mayo, el Ayuntamiento de Adra solicitó al Defensor del Pueblo que desbloquee la situación. Paradójicamente, pasado más de un siglo de la colocación de aquella placa inaugural, Adra vuelve a pedir que se levante un muro como aquel que la proteja del río que lleva su nombre.

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