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María Torres
Adra
Sábado, 4 de noviembre 2023, 22:58
La taberna El Ratico echa el cierre. Ubicada en la calle Fenicios de Adra, abrió sus puertas hace 20 años con la intención de convertirse en «un lugar diferente para la gente de siempre». El pasado 10 de septiembre se despedía de sus clientes, ya convertidos en amigos, para servir la última ronda. Sus camareros, además, rindieron un emotivo homenaje al capitán del barco, el 'Tite Ramón', ya convertido en familia.
Son muchos los recuerdos acumulados a lo largo de dos décadas. Atrás queda la ilusión de Ramón Salinas y de Carmen Sánchez, dueños del negocio, por montar su propio local de hostelería. La primera ronda se sirvió el 7 de febrero de 2004.
Con media vida juntos y tres hijos en común, el matrimonio transformó el antiguo consultorio médico de la familia en un punto de encuentro acogedor, que rompía con el concepto de entonces. «El Ratico no era el típico bar de lomo, pincho y hamburguesa. No tenía plancha y Ramón introdujo tapas frías que elaboraba horas antes como el carpaccio de buey, el puding de merluza, las patatas carbonara o la cecina», explica Carmen, 'la Mami' para sus camareros. Irresistibles eran sus tapas de pollo cajún o 'fuentes marbella', elaborada con queso de cabra. El Ratico, además, prestó mucha atención a los vinos, imprescindibles para maridar cada una de sus creaciones culinarias.
Un sitio con encanto
Pero si algo ha caracterizado a esta bodega de Adra durante dos décadas ha sido su inconfundible ambiente. A pesar de su reducido tamaño, siempre estaba «a reventar». «Antes del covid, se hacía hueco en cualquier sitio. La gente que no encontraba sitio para la cena o el almuerzo, volvía para tomarse la copa. El Ratico fue un sitio de referencia para los de aquí y también para los que vivían fuera y volvían a Adra temporalmente, amigos de toda la vida», afirma sin temor a equivocarse. Muchos de ellos tenían la costumbre de regalar un souvenir de sus viajes a Carmen y a Ramón, que han permanecido expuestos en varios rincones del bar y que han forjado un encanto especial. «Tenemos cinco cajas llenas de souvenir, los conservaremos siempre. Son los recuerdos que nos quedan», asegura con cierta nostalgia.
La falta de relevo generacional y el sacrificio que lleva implícito un negocio de este tipo ha motivado el cierre de El Ratico. Carmen y Ramón ahora pueden disfrutar en familia de fines de semana y festivos, «algo que nunca imaginamos». «Nos quedamos con toda la gente que hemos conocido. Hemos hecho grandes amigos que son ya familia. Se crean vínculos muy fuertes», reconoce. Algunos, incluso, han pedido hacerse con parte de la decoración del local para guardarse para siempre un retal de aquella taberna de Adra, testigo cómplice de infinitos 'raticos' únicos.
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