Berja y las monjas de la Ermita, 90 años de unión

Las religiosas llegaron para quedarse en 1930 y, desde entonces, custodian a la patrona y son el motor de un colegio con 800 alumnos

maría torres

Domingo, 4 de octubre 2020, 00:13

Berja las recibió por todo lo alto aquel 24 de septiembre de 1930. El Ayuntamiento decretó ocho días de fiesta y hasta organizó una corrida de toros para darles la bienvenida. Llegaron para quedarse, con el firme propósito custodiar a la patrona -la Virgen de Gádor- y de formar «hogares cristianos» a través de la educación. Ha pasado casi un siglo desde entonces y hoy siguen siendo una fuerza espiritual para los cristianos de Berja y también el motor de un colegio de referencia con más de 800 alumnos. Son las monjas de la congregación Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios. Hermanas que comparten vida y misión y que, además, se consideran «unas vecinas más del pueblo».

Publicidad

La vida en el convento arranca a las siete de la mañana con los primeros rezos y termina, poco después de las diez de la noche, con las últimas oraciones. Actualmente ocho monjas conviven en el santuario de Nuestra Señora de Gádor. La interculturalidad está presente: hay cuatro monjas españolas, dos timorenses, una angolana y una caboverdiana. Después del desayuno, se reparten las distintas tareas relacionadas con el colegio Nuestra Señora de Gádor, popularmente conocido como La Ermita, donde se imparte Educación Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato.

Además, el Santísimo siempre está expuesto. «Siempre hay una hermana en adoración en la capilla», subraya a IDEAL Sor Pilar, superiora de la comunidad en Berja. «Para nosotras es prioritario el cuidado de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios a través de la oración. Como eucarísticas y como franciscanases, es importantísima la relación afectiva y la convivencia comunitaria que busca vivir como familia. Como religiosas de vida apostólica es fundamental la misión educativa», explica. En definitiva, una vida dedicada a la adoración, a la educación cristiana y a la misión compartida de contagiar su fe a los demás.

La vinculación de la congregación con el pueblo de Berja es muy estrecha. Las hermanas siempre están abiertas a colaborar con la parroquia «en lo que se nos pida»: «Catequesis, visita a los enfermos, llevar el sacramento de la Comunión a los ancianos…». Aunque no son monjas de clausura, se dejan ver por la localidad sólo para lo «oportuno y necesario» como para realizar la compra, asistir a actos religiosos o cualquier otro que se les convoque. Para pasear, prefieren la sierra.

«Con Berja mantenemos una relación de vecindad buena. Somos unas vecinas más del pueblo. Además tratamos a muchas familias que tienen a sus hijos en el colegio y a otras que nos ayudaron en lo económico cuando corrían tiempos difíciles», reconoce Sor Pilar. Para esta monja, también hay una relación de gratitud: «Dejan en nuestras manos lo mejor de su casa, que son sus hijos».

Publicidad

Recientemente se han cumplido 90 años de la llegada a Berja de la congregación. Una efeméride que Berja celebró en el propio convento con la asistencia de su alcalde, José Carlos Lupión. «Desde hace casi un siglo las monjas de la ermita han sido unas vecinas más de nuestro pueblo, han conocido a nuestros paisanos, han cuidado de nuestra Virgen, han educado a nuestros hijos, nosotros las hemos tenido por miembros destacados de nuestra sociedad… En definitiva, se han convertido en unas virgitanas más, que, tras su paso por este convento, se han llevado consigo el cariño de los hijos de esta tierra, a la par que han dejado una huella imborrable entre nosotros», reconoció el regidor virgitano.

Berja es considerada la Casa Madre de las Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios porque aquí floreció el germen de una comunidad cristiana que hoy está presente en España, Portugal, México, Perú, Venezuela, Angola, Cabo Verde y Benín en África y Timor Oriental. La Madre Trinidad, Abadesa del convento de San Antón de Granada, fundó en los años 20 un monasterio de capuchinas clarisas en Chauchina, Granada. «Berja pertenecía a la Diócesis de Granada por entonces y la Madre Trinidad encontró la ayuda del cardenal arzobispo, Vicente Casanova, que era íntimo de Francisco de Paula, un sacerdote virgitano. Este le pidió al cardenal que las monjas llegasen a Berja para poder custodiar a la Virgen de Gádor y así fue», rememora Sor Pilar.

Publicidad

Con la llegada de la Guerra Civil, las monjas fueron expulsadas del convento y, durante tres años, se 'camuflaron' en otros hogares de la provincia como asistentas del hogar. Durante este periodo, la Madre Trinidad, que había salido a Portugal para preparar refugio para las monjas, extendió su congregación por Portugal hasta que regresó de nuevo a Berja: «Todo estaba destrozado. Se arrodilló frente al en el camarín de la Virgen y, tras unos minutos de profunda oración dijo: 'La Virgen nos quiere aquí y nos quedamos'. Y aquí seguimos hasta el día de hoy», relata. Pero la expansión continuaría su curso. A la primera monja virgitana, 'hija de Berja', Madre Carmen Martín, se le encomendó fundar la congregación en países como México y Venezuela. Hoy son más de 200 religiosas.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad