Berja arropa a la familia de la penúltima víctima mortal por violencia de género
No hay palabras para describir la sensación de vacío, rabia, impotencia y dolor que siente la localidad de Berja tras el asesinato de María del Carmen Marín. Esta virgitana de 41 años de edad se ha convertido en la penúltima víctima mortal de la violencia de género, una lacra que sacude a la sociedad española sin distinciones. Una sociedad que hoy, más que nunca, cuestiona la eficacia de denunciar y las medidas de protección que se establecen. Es evidente que algo falla. Familiares, amigos y vecinos arroparon ayer el féretro de María del Carmen en un funeral que tuvo lugar a las siete de la tarde en la iglesia de La Anunciación de Berja. El templo se quedó pequeño para dar cabida a todas las personas que quisieron dar su último adiós a Mari Carmen y fueron muchos los que esperaron en la puerta a que terminase el acto religioso. Su hijo, que lleva uno de sus brazos escayolado desde que conoció la trágica noticia y descargó su ira contra una pared, se desmayó poco después de llegar a la iglesia y tuvo que ser atendido por los servicios sanitarios que acudieron de inmediato al lugar. Solo el grito desgarrado de uno de sus hermanos quebrantó el respetuoso silencio que se guardó durante la llegada del féretro a la plaza del Ayuntamiento de Berja: «¡Que se entere todo el mundo que la ha matado un moro!», gritó mientras sostenía en sus brazos el ataúd de su hermana. «¡Que se entere todo el mundo, que la ha matado un juez!», añadió.
María Torres
Viernes, 6 de mayo 2016, 10:37
Indignación colectiva
El suceso ha supuesto una pérdida difícil de encajar para el entorno más cercano de una mujer que, dos meses antes de ser apuñalada, denunció a su supuesto agresor por acoso y amenazas. Se sentía «vigilada y perseguida» por un hombre de origen marroquí «obsesionado» con mantener una relación formal con ella. Dos días después de cumplir el arresto domiciliario al que fue condenado y con una orden de alejamiento aún vigente, el supuesto agresor decidió acabar con su vida a puñaladas.
Los hechos ocurrieron el pasado sábado en la vivienda de la víctima, en el número 11 de la calle Ramón y Cajal. Separada desde hace un tiempo y madre de un joven de 20 años, María del Carmen Marín, hija de un conocido empresario taurino que falleció hace unos meses, se convirtió automáticamente en la octava mujer andaluza que muere en lo que llevamos de año por violencia de género. Cuentan quienes la conocían que era una mujer «muy agradable, muy trabajadora y de buen corazón». Pensó, equivocadamente, que su pesadilla terminaría el día que el juez concedió credibilidad a sus palabras. «Ella solo quería que la dejara tranquila, no quería hacerle daño», recuerda con desconsuelo su madre que ayer llegó acompañada al funeral de su hija por varios familiares cercanos.
Calma tensa
Pese a haber sido testigos de una atención mediática a la que no están acostumbrados, los virgitanos acompañaron a los familiares en el funeral de María del Carmen con respeto, consternación y rabia contenida. Aunque son conscientes de que su paisana ya no está, respiran aliviados por la detención del único sospechoso de su asesinato. H.B., de 31 años de edad, fue localizado por los agentes de la Guardia Civil en Dalías, 27 horas después del crimen. Según confirmaron a IDEAL fuentes oficiales, el detenido fue trasladado desde el cuartel de la Guardia Civil de El Ejido hasta la Comandancia de Almería donde permanecerá hasta su disposición judicial. La investigación se está desarrollando de forma minuciosa y es probable que se agoten las 72 horas legalmente establecidas antes de terminar las diligencias y poner el caso a disposición del juez.
El municipio, que vivió hasta el pasado domingo cinco días de feria, vive sumido en una tensa calma. Buena parte de sus 15.000 habitantes conocía la historia de María del Carmen, sus idas y venidas al juzgado para demostrar que estaba siendo acosada por un hombre que «la tenía amenazada de muerte». A ella y a su único hijo con quien convivía en el lugar donde fue asesinada. «De nada sirve denunciar y tener una orden de alejamiento, a la vista está», lamentó una vecina minutos antes del inicio del funeral. Otros apuntan a que el presunto agresor es un inmigrante ilegal que «no tenía derecho a estar en España» y que la muerte de su paisana podría haberse evitado.
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