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«Las órdenes de alejamiento no sirven»

El escritor virgitano Miguel Milán focaliza en la violencia de género su última obra, un análisis serio y riguroso basado en una veintena de testimonios reales

María Torres

Miércoles, 10 de mayo 2017, 08:41

Cincuenta y siete. Es el número de mujeres que fueron asesinadas por sus parejas o ex parejas en el año 2015. Es, además, el nombre que da título a la última novela de Miguel Milán (Turón, 1964), un grito desgarrador contra la violencia machista basado en una veintena de testimonios reales, en su mayoría, anónimos.

¿Qué le ha empujado a indagar sobre la violencia de género?

Yo soy una persona humanista. Mi pluma ha estado presente en los acontecimientos sociales más relevantes de Berja. Aunque directamente no lo he vivido en mi entorno familiar y desconocía la profundidad real del problema, conocí casos como el de María del Carmen (vecina de Berja y víctima mortal de violencia de género en 2014). Me propuse escribir un libro riguroso que intentase atajar las bases tan machistas con las que convivimos. Tenía que estar ahí, con las víctimas, y lo he hecho por ellas.

¿Qué nos cuenta en Cincuenta y Siete?

Me he intentado poner en el alma, en la piel y en el corazón de una mujer maltratada para tratar de entender sus condicionantes. La obra arranca el día que se casa y, a través de sus palabras, narro su boda, su luna de miel, el nacimiento de su hijo, su primer golpe y la primera paliza. Mi objetivo es llegar al lector y la única forma de hacerlo es escribir en primera persona.

¿Cómo ha conseguido ponerse en la piel de una mujer maltratada?

Soy muy camaleónico, tengo muchos registros, y eso lo he aplicado a las charlas, que han sido largas y distendidas, con muchas mujeres. A lo largo de un año, he recogido testimonios de toda España. El 60 por ciento han sido cara a cara.

¿Cómo ha logrado que cuenten a un desconocido capítulos tan amargos de su vida?

Ha sido un trabajo arduo en este sentido y estoy sorprendido porque se han desnudado psicológicamente ante mí. Quizá por mi empatía o por cercanía.

¿Qué herramientas ha usado para lograr distanciarse emocionalmente de cada caso y tratar el asunto con el rigor que predica?

Ha sido fundamental separar el sentimentalismo, pero sin dejar de transmitir esa pena y ese dolor para que la gente sepa por dónde pasa una mujer. Los golpes que recibe no trascienden. He echado mano de mi experiencia. Ha habido cosas que me he guardado por deseo expreso de la protagonista o porque no lo he considerado oportuno.

¿Cuál ha sido el testimonio más desgarrador?

El de una mujer que se llama Rocío, un nombre genérico, a la que dedico el libro. Sufría unos malos tratos psicológicos brutales. Los físicos los cura la luz, el viento, el aire, pero los psíquicos no los cura nadie. Minan tu autoestima, tu mente. Rocío tenía 42 años cuando me dijo que terminase pronto de escribir mi libro para que pudiera llegar a leerlo. Nunca lo hizo. Falleció de una paliza a manos de su pareja poco antes de terminar la obra. Ella era una visionaria y sabía que la iban a matar.

¿Y no pudo hacer nada para impedirlo?

No tenía ni ganas ni fuerza para impedirlo. Psicológicamente estaba muerta y la muerte vino a revivirla.

¿Cómo se ha documentado para escribir la obra?

Con personas estrechamente ligadas a la violencia de género como Fernando Fernández, médico, y Belén Navarro, bloguera y asistente social. El libro también recoge los protocolos de actuación disponibles así como los procesos médicos, policiales, jurídicos y de trabajo social rigurosamente contrastados.

¿Podría destacarme algún dato de los recopilados que le haya llamado especialmente la atención?

Más que un dato, destacaría una apreciación personal. Me han decepcionado los procesos policiales y judiciales. Las leyes son insuficientes, la justicia es lenta y las órdenes de alejamiento no sirven para nada.

En la última década, más de 800 mujeres han fallecido por violencia de género. ¿Qué estamos haciendo mal?

No se está incidiendo en la raíz del problema. La adolescencia es una etapa vital. Yo sugiero incorporar una asignatura, Igualdad, en los planes de estudios. La violencia de género debe pasar por los colegios y necesita la implicación de la familiar para lograr una convivencia libre y espontánea. Considero que la palabra respeto es importantísima. Mi padre siempre trató con respeto a mi madre y, aunque parezca un término arcaico, yo he intentado inculcárselo a mis hijos.

Las víctimas más inocentes son los niños. ¿Cómo repercute en ellos?

Lamentablemente, se usan como moneda de cambio y son una forma de hacer daño a las mujeres.

- ¿Qué queda de aquel escritor que publicó El Último Derecho de Pernada?

Sigo siendo una persona soñadora, con imaginación y ganas de transmitir a través de la narrativa. Ahora soy más maduro literariamente, me he sabido rodear de personas que intelectualmente me han aportado mucho y sigo dispuesto a ser algo en el panorama literario. Mi próxima novela es un homenaje a Julio Verne y está ambientada en Escocia. En esta ocasión, hablo de un mundo inventado.

Cincuenta y Siete ya está en las librerías. ¿Con qué expectativas sale al mercado?

Quiero llegar al mayor número de personas posibles por la causa que aborda. Aunque es un libro fácil de leer, he intentado no restarle dramatismo. La gente va a llorar con este libro. Hay sangre, dolor y sufrimiento a raudales. Es un libro cargado de violencia que, pese a todo, la realidad supera. Quiero que la obra triunfe. Mientras no predomine el respeto sobre el egoísmo, no seamos más permisivos y se respete el espacio del otro la violencia de género no terminará. Ojalá me equivoque.

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