maría torres
BERJA
Viernes, 21 de mayo 2021, 13:45
La vida se abre paso en la Sierra de Gádor. Apenas cuatro meses después del incendio que se originó en Castala, y que calcinó casi 600 hectáreas de monte, «miles de pinos» vuelven a crecer en la zona calcinada. Expertos de la Universidad de Almería acreditan el incipiente proceso de recuperación y trabajan sobre el terreno con el objetivo de diversificar las especies.
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Recuperar el encinar original de este enclave es una de las apuestas del equipo de investigación que está detrás de estas labores. «El pino es precisamente la especie menos interesante de sembrar porque se dispersa sin ayuda, como ya estamos comprobando», explica Esther Giménez, directora del Centro de Colecciones Científicas de la Universidad de Almería. «La formación de un pinar denso, sin matorral, haría de combustible ante posibles incendios. Es necesario actuar», añade.
Actualmente avanzan los trabajos de muestreo orquestados desde la Universidad de Almería. Consisten en instalar 24 parcelas de estudio, de 100 metros cuadrados cada una, tanto en zona afectada por el incendio como en la que se libró de las llamas. Una de las muestras aportará datos sobre la evolución de distintos tipos de pino, encinar y matorral. Otra, recopilará información sobre los antrópodos que habitan en la sierra, principalmente arañas e insectos, a través de trampas para muestrear. Una tercera línea de investigación se centrará en el suelo y, por último, se analizarán también los reptiles de cada parcela.
Según avanza a este periódico Giménez, dos estudiantes de Ciencias Ambientales se dedicarán a realizar un seguimiento exhaustivo de las parcelas en periodo de prácticas extracurriculares. «Buscamos conocer cómo se recupera la zona incendiada por velocidad y espacio, fijándonos en la fauna y en la flora, para saber exactamente con qué tipo de especies es mejor realizar la recuperación de la sierra», concluye.
Recuperar el encinar
El equipo de investigación, formado por alrededor de 15 expertos y profesores de la UAL, sugiere recuperar el bosque autóctono de esta zona, el encinar. Los pinares de la Sierra de Gádor proceden principalmente de repoblaciones anteriores. Entre las previsiones de los expertos, destaca la necesidad de realizar una recogida de semillas de matorral. Posteriormente, se plantarán en viveros donde brotarán para ser utilizadas en repoblaciones con otras especies, como la encina. «Es mejor diversificar para paliar el riesgo de nuevos incendios», asegura.
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El pasado 23 de enero Berja y la comarca en su conjunto fue testigo de cómo el fuego devoró parte de la Sierra de Gádor. El incendio, que se propagó por las fuertes rachas de viento registradas, permaneció activo cinco días y llegó a calcinar 550 hectáreas de pino, matorral y encinar. Desde entonces, a través del Ayuntamiento, miles de personas se han brindado a colaborar de forma voluntaria para reforestar Castala cuanto antes. Sin embargo, es importante ser cautos: «Después de un incendio, la naturaleza necesita su tiempo. Es necesario esperar para evitar alteraciones del suelo».
A la espera de las instrucciones pertinentes, esa marea de solidaridad no se ha apagado y sigue dispuesta a ayudar para que el pulmón verde de Berja vuelva a respirar.
Primeras excursiones con voluntarios
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La Universidad de Almería ha programado un calendario de actuaciones para poder canalizar la ayuda desinteresada que el Ayuntamiento de Berja ha recibido. Con el objetivo de que los voluntarios conozcan de cerca las características de la Sierra de Gádor y las secuelas del incendio, ha convocado un recorrido por el monte. Será el 30 de mayo y partirá desde la Balsa del Sabinar. Desde la zona más alta de la sierra, los participantes podrán disfrutar de todo el esplendor de este privilegiado enclave natural. «Esta zona no se vio afectada por el incendio. Veremos aves, repites, mariposas...», explican desde el Centro de Colecciones Científicas de la UAL.
Aún sin fechar, para el mes de julio se ha previsto realizar una recolección de semillas y, en otoño, una recogida de bellotas. Ambas actividades servirán para realizar un posterior muestreo. Además, con la llegada de la estación otoñal se instalarán comedores de aves con cámaras de «fototrampeo» para observar de qué tipo de fruto se alimentan. Un minucioso trabajo basado siempre en el respeto a la naturaleza y a sus ciclos vitales.
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