Clásicos Populares (XLVII): Cristalería y Cuadros Rivera

opinión ·

FRANCISCO CUENCA

ADRA

Martes, 19 de julio 2022, 09:39

Cobra protagonismo en este nuevo clásico la familia Rivera, conocidos por todos en Adra con el apelativo cariñoso de «los Rivericas».

Publicidad

José Rivera Ceballos y Virtudes García Alcántara tienen cuatro hijos, Pepe, Paco, Jesús y Juan de los cuales viven el mayor que ya cuenta 95 años y el menor. Paco y Jesús heredan de su padre los conocimientos de operador de cine y ejercen como tales en el cine Capitol y en el cine Albéniz respectivamente. Jesús también llegó a trabajar como tanta gente del pueblo en aquella época en la fábrica azucarera. Excepto Juan, que se hace peluquero (toda la vida enfrente de la iglesia), los demás se forman en la escuela de artes y oficios en carpintería. Durante la guerra civil se vieron obligados a retirarse a Cairos, cerca de La Alquería.

El parentesco con la familia Oliver que también era del gremio, provoca que Pepe, Paco y Jesús decidan montar su propia carpintería y más adelante comercio de muebles a mediados de los años 50. Durante un tiempo la trasladan a Guainos pero donde se ubican definitivamente es al principio de la Carrera en el local que hoy ocupa una administración de lotería y en otro local un poco más adelante enfrente tapando parte de lo que hoy es el torreón de las murallas. En el local más grande tenían el almacén de muebles y en el más pequeño la tienda en sí, que luego regentaría Pepe en solitario vendiendo toda clase de artículos, desde muebles hasta juguetes, etc. Me cuenta Jesús Rivera (hijo de Jesús y buen amigo) que recuerda cuando repartía los muebles en un carro junto a su primo Paco Rivera Capilla fallecido prematuramente por desgracia.

A mediados de los años setenta poco después de la riada, Jesús decide separarse de los hermanos y montar su propio negocio. Se traslada cerca de la calle Granada y en los bajos de la que era su vivienda se dedica a los cuadros y un poco más tarde al negocio de los cristales cedido por su primo Pepito Oliver. Jesús Rivera García se casa con María García Galdeano y como dice su hijo es la que lleva todo el negocio excepto la parte física y material. El negocio progresa y compran un local en la misma calle Granada. A la vez que crece se diversifica, y trabajan también el tema de las cortinas, persianas, mamparas, lienzos y en los últimos tiempos ventanas de PVC y de aluminio. De los tres hijos que tuvieron Jesús y María (recientemente fallecida), solamente Jesús decide continuar con el negocio previa renuncia a continuar con sus estudios en el último momento. Llega el año 1991 y el padre decide jubilarse por lo que Jesús y su mujer Ana María Soriano López (que es la actual titular), se hacen cargo del negocio. Reforman el local que estaba un poco obsoleto y lo dejan como hoy lo conocemos en la actualidad. Sirva como curiosidad como así me muestra Jesús cuando lo visito que existe una surgencia de agua que ha convertido en una especie de fuente que proviene de la zona del cercado y discurre por las viviendas de la carrera hasta cruzar a la calle Tarrasa bajo tierra a modo de acequia. Debe de llegar al puerto.

Ana Soriano ha sido varias veces miembro de la directiva de la asociación de comerciantes de Adra, sobre todo, en sus comienzos. Jesús Rivera García (el padre, el hijo tiene los mismos apellidos), fue distinguido por dicha asociación por su trayectoria.

Publicidad

Pero lo que de verdad tiene importancia en estos comercios familiares es que han resistido frente a viento y marea, esquivando (no sin pasarlo mal) las crisis económicas por las que nos hemos visto afectados en 1992, 2008 y ahora la pandemia dichosa. Han aumentado y disminuido plantilla según las necesidades pero han logrado permanecer dando servicio y buen trato a los abderitanos. «Los Rivericas» forman una familia entrañable, conocida por la mayoría del pueblo y unos más y otros menos hemos tenido la suerte de conocer a algunos miembros de la familia o a casi todos como es mi caso. Es necesario apoyar a este tipo de negocios familiares, de cercanía, de buen trato, de confianza, y que permiten que la gente de Adra subsista sin tener que trasladarse a otras localidades. No me gustaría pasar por alto que la mayoría de la familia (no todos), son grandes aficionados del Atlético de Madrid y lo demuestran con señorío cada vez que consigue algo el club de sus amores. Lo llevan a gala pero con elegancia y educación, algo que en la actualidad escasea por desgracia. Su afición al fútbol se ve reflejada en los cuadros que adornan la tienda de Jesús y Ana.

Para terminar me gustaría agradecer a mi amigo Jesús Rivera su amabilidad, ya que sin su ayuda no habría sido posible este artículo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad