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PACO CUENCA
ADRA
Domingo, 20 de junio 2021, 09:54
En diciembre de 1935 viene al mundo Manuel Maldonado Manzano, fundador y Alma Mater de la confitería 'San Isidro' de Adra. Cuando cuenta con pocos años Manuel entra de aprendiz de Paco Arqueros (otro gran profesional en su recordada 'Margarita'), para luego marchar al servicio militar a la ciudad de Jaca dónde perfecciona y adquiere el saber necesario para convertirse en un gran conocedor del arte de endulzar nuestros paladares.
Manuel solamente vuelve a Adra en los permisos que le conceden y es su novia por entonces, y luego esposa María Luisa Guglieri Navarro, la que organiza el primer obrador que monta la familia en el barrio alto entre los colegios Virgen del Mar (Cavite) y San Nicolás en un local que daba a la calle Fragata y a la calle Corbeta. Ellos mismos tuvieron que dotarlo de electricidad y agua ya que en esa zona no había apenas infraestructuras. Manuel dejaba encargados los productos para cuando volvía de Jaca en sus permisos y así perder el menos tiempo posible para trabajar en el obrador y deleitarnos con su saber hacer.
Todo esto pasa sobre el año 1954 cuando se casa la pareja al licenciarse Manuel. Tienen cuatro hijos, Julia, Encarnación, José Manuel y José Antonio. Tiempos difíciles para cualquier negocio que empezaba, pero que la ilusión y el trabajo del matrimonio hace que prospere. Al cabo de unos años montan un despacho en la calle Zacatín a la altura de Joyacoral aproximadamente, en frente del casino de invierno. Al principio se sirven del obrador que tienen en el barrio para después montarlo en el mismo local. El antiguo obrador se lo ceden a uno de sus ayudantes que lo abandonaría un tiempo después.
Todavía recuerdo los dos escalones que había que subir para acceder al pequeño local y que para un niño como yo eran muy empinados. La actual ubicación de la confitería 'San Isidro' data del año 1979. En los años de más trabajo Manuel llegó a tener hasta veinte repartidores de sus productos desde Motril hasta Roquetas de Mar y cuando había toros en Almería los encargos se multiplicaban para confeccionar las tan taurinas meriendas almerienses. Después del reparto Manuel se encargaba de cobrar sus productos por todas las localidades donde tenía algún cliente. Ahora es su hijo José Manuel junto a su esposa y un grupo de empleadas quién regenta el negocio familiar en su segunda generación.
¿Puede haber en Adra algo más clásico que un bollo de chocolate de 'San Isidro', o un dulce de cucharica, o uno de sus tocinos de cielo, o una media luna, o una nube de merengue, o uno de esos murcianos espectaculares? Cada uno tendremos nuestro favorito de entre todos esos pequeños trozos de felicidad efímera que es paladear uno de los pasteles de esta histórica confitería. Encarna, una de las hijas, a la cual agradezco su colaboración para poder rendir este merecido homenaje a su negocio familiar recalca que su padre era confitero que es algo más que el arte de producir pasteles.
En estos tiempos de tanto dulce con grasas nocivas e industriales adquieren especial valor esos obradores tradicionales que siguen efectuando esa labor de convertir en arte la confitería. En los muchos años de historia de 'San Isidro' se fabricaban desde los famosos martillos de caramelo, hasta los frutos secos tostados en el mismo obrador. Miles de bolsas de pipas habrán salido de aquellos hornos para el campo de fútbol del Adra. Cuando el horno descansaba de dorar aquellos relucientes pasteles se encargaba de tostar cacahuetes, pipas, etcétera.
Desde siempre hemos podido degustar también sus deliciosas tartas y aún tenemos la oportunidad de escoger productos de esas vitrinas típicas de estos negocios con múltiples apartados circulares, cada uno de ellos repleto de una clase de golosina o caramelo. Cualquier tarde de domingo podemos observar las colas que se producen en su entrada aguardando para comprar sus fabulosos pasteles y más de una vez hemos mirado de reojo deseando que no se hubieran acabado los bollos de chocolate. Algo tan sencillo como un bollo con una fina capa de chocolate por encima puede ser tan delicioso en este establecimiento y yo por lo menos no he encontrado nada igual en ningún lugar. Habrá muchos pasteles, dulces, como queramos llamarlos en otras ciudades especializadas en el ramo pero los bollos de chocolate de 'San Isidro' son y serán los mejores que he probado nunca.
Sirvan de reconocimiento estas líneas a una familia vinculada y entregada siempre a este negocio tan señero de nuestra localidad y a todas las confiterías tradicionales.
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