'Nueva normalidad'
«Yo quiero volver a aquella normalidad en la que podía tomar una cerveza, codo con codo, en la barra de un bar con un amigo»
Francisco Cuenca
ADRA
Miércoles, 20 de mayo 2020, 22:14
No quisiera quitarle ni un ápice de seriedad a lo que nos está pasando. Los fallecidos en nuestro país y las miles de familias que ... lo han sufrido, así como todos los colectivos profesionales que lo están pasando y lo van a pasar mal durante un largo tiempo, merecen el máximo respeto por mi parte y me imagino que por la gran mayoría de los españoles. Pero si enfocamos el problema desde otro punto de vista más positivo no podemos negar que hemos aprendido muchas cosas durante estos últimos meses.
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Para empezar, todos somos conscientes de lo que es una pandemia, conocemos el coronavirus, y su variedad SARS-CoV-2 que produce la enfermedad llamada neumonía de Wuhan o COVID-19. Muchos de nosotros sabemos localizar en el mapa la ciudad de China donde empezó supuestamente todo y además sabemos interpretar resultados de los test rápidos o serológicos distinguiendo entre los anticuerpos Igm y los Igg y si estos no son lo que esperábamos tendremos que esperar a ver el resultado del más fiable PCR. Estamos en disposición de poder aseverar en qué consiste decretar el estado de alarma y cómo tiene que hacerse y qué requisitos necesita.
Nos hemos acostumbrado a escuchar en los medios a expertos en Inmunología que nos dan pautas a seguir, pero media hora después algún doctor en Epidemiología nos dice lo contrario y a los diez minutos un Virólogo eminente niega lo uno y lo otro. Así, la veleta de nuestro cerebro no sabe el lugar correcto hacia donde tiene que dirigirse. Nos convertimos en auténticos exégetas.
Me quieren decir ustedes si hay algún español que desconoce el término confinamiento o su antónimo desconfinamiento. ¿Hay alguien que no sepa distinguir entre mascarillas quirúrgicas, mascarillas FFP2 y mascarillas FFP3 y las virtudes y defectos de cada una de ellas? ¿Existe alguna persona que no haya utilizado gel hidroalcohólico o un par de guantes de nitrilo o de látex? ¿Quién no ha oído hablar de doblegar la curva de la epidemia?
Acaso no recitamos de carrerilla por desgracia lo que significa EPIS (equipos de protección individual) y tememos que haya un rebrote en unos meses y con más tristeza que alegría nos vemos obligados a la movilidad reducida y a guardar una distancia social con las demás personas.
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Ahora nos encontramos en lo que hemos llamado desescalada (palabra que no se encuentra recogida en el diccionario pero que todo el mundo sabe lo que significa) e intentamos esclarecer en que consisten sus fases 0, 1, 2, 3, y 4, que tiene miga la cosa en cuanto a horarios, prohibiciones, permisos y territorios se refiere.
Dejemos el tema sanitario y centrémonos ahora en el económico. ¿Quién no sabe lo que es un ERTE (expediente de regulación temporal de empleo), y la recesión monstruosa a la que nos estamos enfrentando ya? No se aclaran los expertos si la curva de evolución de la economía va a ser una uve (V), una u (U), una ele (L) como anuncian los más agoreros o una uve asimétrica como asegura el gobierno.
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Por supuesto, que me gustaría no tener que haberme familiarizado con todos estros conceptos pero por desgracia la realidad ha hecho que convivamos con ellos.
Y para acostumbrarnos a todo esto nos quieren vender el término nueva normalidad, en la cual no podremos hacer muchas cosas y tendremos que cambiar muchos de nuestros antiguos hábitos.
Soy consciente de la dificultad del momento, de que todo va a llevar tiempo, de que hay que cumplir las normas a rajatabla y que todo lo que hacemos es por el bien del conjunto de la sociedad, pero yo no quiero recuperar una nueva normalidad, yo quiero volver a aquella normalidad en la que yo podía tomar una cerveza codo con codo en la barra de un bar con un amigo, aquélla en la que a orillas de la playa sin estar cuadriculada en parcelas de cuatro metros cuadrados podía hablar del partido del domingo con el vecino de sombrilla, aquélla en la que podíamos besar y abrazar a nuestros abuelos sin dudar si estábamos haciendo lo correcto o no, aquella en que se formaban los corrillos en la puerta de los colegios, aquella en la que podíamos viajar al lugar que quisiéramos de la manera que nos diera la gana y cuando nos diera la gana, aquella en la que los adolescentes salían en pandillas, aquella en la que podíamos ir al cine, teatro o conciertos con toda libertad sin cortapisas ni cuotas, aquella en la que no tenía que pedir cita previa para comprar un tornillo en una ferretería, podría seguir poniendo ejemplos de la antigua normalidad, pero si algo se llama nueva normalidad se trata de algo anómalo y por tanto algo anormal.
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Pero seamos optimistas y pensemos que con el tiempo, más pronto que tarde, podamos recuperar la normalidad a secas que es la que deseo yo y que tanto echamos de menos y tan poco hemos valorado cuando la teníamos.
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