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La profesora Ana María Callejón expone su punto de vista sobre las nuevas medidas políticas que se plantean en materia de educación
ANA MARÍA CALLEJÓN
ADRA
Lunes, 10 de febrero 2020, 13:49
¿Cuántos años llevamos luchando, reivindicando una sociedad más justa e inclusiva?
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Una sociedad en la que ninguna persona sea discriminada, por ningún motivo, ni religioso, ni político, ni de cultura, ni de sexo, género, económico etc...
Una sociedad que abrace todas las diferencias que hacen que esta sea más compleja, rica y heterogénea. Y parecía que subíamos peldaños en el ascenso que paso a paso íbamos superando. Cuánto trabajo invertido de tantas generaciones que no estaban conformes con una sociedad patriarcal, machista, que discriminaba a la mujer por considerar que era un «ser inferior» en todos los aspectos con respecto al hombre y que por «narices» debía estar supeditada al poder del «ser superior», que con sus «virtudes» inculcadas desde generaciones anteriores, hacía creer al hombre que debía dirigir, ordenar y edificar una sociedad dibujada y planificada en función de sus necesidades, teniendo a la mujer, claro, como a la criada y esclava pendiente en todo momento de los deseos de su señor. Pero todo este mundo tan idílico, se viene a pique, cuando las mujeres tras siglos de lucha consiguen que normas, decretos, leyes, incluyan sus derechos; por supuesto todo esto descolocó a los hombres. Su papel o rol, ya no encajaba en una sociedad en la que se hacía visible que las mujeres no somos seres inferiores a los hombres, somos personas con los mismos derechos, (aunque la ONU los reconociera en 1967). Y de ellos queremos gozar en igualdad de condiciones.
¿Y cómo hemos llegado hasta aquí? Con ayuda de unas leyes más justas, de una EDUCACIÓN INCLUSIVA, HETEROGÉNEA, DE CALIDAD, PÚBLICA, IGUALITARIA, endefinitiva, con una educación–enseñanza COEDUCATIVA, que es la base fundamental, después de la recibida por niñas y niños en la familia, para que se acaben las relaciones discriminatorias desde la escuela hasta la edad adulta.
Educar en igualdad, es prioritario para evitar que día a día, continúe el goteo de asesinatos de mujeres, que siguen siendo consideradas por sus asesinos, propiedades que son utilizadas y destrozadas en el momento que el asesino cree que ya no son válidas. Todo es cuestión de poder, el poder que una mala y errónea educación machista ha entregado al hombre, otorgándole atribuciones casi divinas, para que puedan hacer todo aquello que les plazca, en nombre de mantener un orden patriarcal y misógino que tanto daño ha hecho en tantas culturas y lo sigue haciendo. Y ahora que parecía que estábamos llegando a una sociedad más demócrata, en la que la mujer ha accedido a puestos impensables en la sociedad patriarcal, surgen «ideas viciadas» que parecen sacadas de sistemas tiránicos, en los que el buen orden debe mantenerse, educando a niños y niñas según los parámetros de «ordeno y mando», los niños a ser valientes, a no llorar, a ser machotes, a prepararlos bien para dirigir al resto de la sociedad. A las niñas a ser sumisas, obedientes y dóciles, calladas, prudentes, hacendosas, etc. y por separado.
Lo más triste de todo este sinsentido, es que hombres y mujeres que se han beneficiado de un sistema democrático, gracias al cual gozan de una libertad de expresión, opinión, se sirvan del mismo para ir extendiendo o derramando la mancha de que el sistema gracias al cual, ellos y ellas pueden vociferar y decir a la sociedad:
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Que estamos aquí y vamos a ir quitando, todos y cada uno de los derechos que tanto trabajo, sueños y vidas han costado conseguir ya que la educación que reciben nuestros hijos e hijas no es la correcta, nos tienen que preguntar a nosotros, «seres especiales», que tenemos la verdad y decidiremos lo que nuestros hijos e hijas puedan o no puedan estudiar.
Olvidan estos «salvadores de la patria» -que el plan de Igualdad y todas y cada una de las actividades que se trabajan en él- son parte del curriculum que hay que trabajar en todos los centros educativos y que para conseguir que se cumpla el Pacto de Estado contra la violencia de género, la base es la educación igualitaria «la coeducación», formar a niñas y a niños que crezcan sin prejuicios hacia nadie, con respeto y empatía, será una de las premisas prioritarias para acabar con esta «sangría humana» de mujeres, niños y niñas asesinados, huérfanos. Según el Ministerio de Interior la Cronología de víctimas mortales de violencia de género,sería de1.038 mujeres desde que empezaron a contabilizarse en 2003 hasta finales de 2019.Los menores asesinados son 36 desde 2013, cuando entraron también en el registro oficial y 275 huérfanos desde la misma fecha.
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Hay un pensamiento, creoque de Paolo Freire, que decía «Si se responde a la ignorancia, se insulta a la inteligencia».Pero a veces, no responder a esta ignorancia, es otorgarles la razón y nada más lejos de la realidad.
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