Borrar
'Pintando, que es gerundio'
ADRA

'Pintando, que es gerundio'

OPINIÓN ·

Breve historia apócrifa de la pintura universal, por Francisco Cuenca

Francisco Cuenca

Adra

Lunes, 20 de marzo 2023, 20:56

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En el origen los hombres prehistóricos pintaban sin brocha, es decir, con sus propias manos sobre la pared o con algunos palos quemados y pigmentos naturales.

Pero la cosa fue evolucionando y en Egipto se pintó de perfil pero de una forma muy rara ya que jamás he visto yo a nadie que posando de esta guisa podamos verle los dos ojos. No sé si era la moda, pero todas las personas representadas tenían el mismo defecto, ya que adelantaban un brazo y otro lo atrasaban creando una postura la mar de incómoda, no obstante, los ojos los llevaban muy bien pintados.

Los griegos y romanos aunque tenían mejor perfil que los egipcios lo hicieron poniendo piececitas pequeñas llamadas teselas que formaban mosaicos. Esto hoy en día seria imposible porque figúrense ustedes poner diez mil trocitos de azulejos sin esclavos. Los pintores solamente podrían realizar una obra en sus vidas pues padecerían serios dolores de espalda aderezados con varias hernias discales.

Llegaron los árabes que pintaron poco, porque se les daba mejor la repostería y la arquitectura. Vivos ejemplos de ello son los roscos de Loja, los pestiños de Vélez, y la Alhambra de Granada.

Con los cristianos todo cambió. Vírgenes y más vírgenes, Cristos y más Cristos. Algunos los pintaban muy delgados como El Greco y otros bien rellenos como Rubens. ¿Se dan ustedes cuenta de que hasta esta época no habíamos citado el nombre de ningún autor? Es durante estos siglos cuando los pintores se hacen importantes y todos aspiran a pintar a las familias reales y los personajes de la corte. Esto no es por casualidad ni porque quedan muy bonitos los reyes a caballo; esto solamente tiene una explicación y es qué quien manejaba los cuartos era la realeza, la nobleza y un tercer estamento de vital importancia para la pintura universal, la iglesia, si no de qué iba a haber pintado Miguel Ángel la Capilla Sixtina. Los pintores de corte, además de que las pinturas y los lienzos les salían gratis, tenían una gran consideración y podían acceder a todas las ventajas de vivir en palacio, dígase comer y beber en abundancia, tener mujer y algunas queridas, ropas y por supuesto la gratitud pecuniaria de sus señores.

La verdad es que cada vez se pintaba mejor.

Más tarde apareció Don Francisco de Goya y Lucientes, para muchos considerado uno de los mejores pintores de la historia junto a Velázquez. Goya lo revolucionó todo. Dicen que por su sordera y por su carácter, pero el caso es que algunos cuadros de su última época son negros, oscuros, y con las «figuras desfiguradas». Lo que cualquier persona en sus cabales lo hubiera definido como el ocaso del gran pintor por haberse vuelto chiflado, los grandes críticos lo elevan a lo sublime, a lo genial.

Unos muchachos llamados impresionistas que pintaban sin enfocar la vista, tomaron el mando del arte en los siglos siguientes. Prueben ustedes a cerrar los ojos y a nublarlos voluntariamente como si fueran a empezar a llorar, MILAGRO, se ve mucho más bonito. Tal vez a ello se debe el nombre de este movimiento, la impresión que causa el descubrimiento del cuadro es magnífica. Para ver un campo lleno de flores utilizaban veinte pinceladas para cada flor. Hay que reconocer que los colores que utilizaban eran muy bonitos.

Bueno, hemos llegado al siglo veinte que merece atención especial. No me dirán ustedes que en un siglo donde tiene gran aceptación la pintura de una lata de sopa, o un cuadro de Brigitte Bardot en el cual, maldita sea mi estampa con perdón, ¿dónde está Brigitte Bardot? Si ustedes visitan el museo de arte abstracto de Cuenca prueben a ponerse de todas las posturas posibles que no descubrirán ni una sola curva de aquellas tan bien hechas que tenía la despampanante rubia francesa. Pues sí, está colgado el cuadro (no el autor) de una de las paredes del citado museo. Aún conservo una postal y nadie hasta el momento, y hace más de veinte años que la adquirí, ha acertado lo que en ella hay representado.

Volvamos un poco atrás en el tiempo al principio de este siglo tan «original». De los cientos de movimientos pictóricos que dicen reconocer los entendidos (yo no lo soy obviamente) hay tres que me merecen una especial dedicación, y en donde hemos destacado de forma grandilocuente los españoles. Por supuesto, el cubismo que no es otra cosa que convertir figuras humanas y de objetos en cubos superpuestos. Las Meninas del gran Picasso es un ejemplo del movimiento. Otra corriente de la época es el surrealismo que además de pintar bien exige que el artista esté tan chalado o más que Goya en su última época, pero representando sueños muy raros. El gran ejemplo es Dalí.

Para terminar hablaré de la pintura de Miró y otros de su escuela. Un punto rojo, eso es lo que representa un cuadro, ni más ni menos, un punto rojo. Una línea verde cruzada con una azul sobre un fondo amarillo. Eso es otro cuadro. Y digo yo ¿qué es más difícil, pintar esos cuadros o los bisontes de Altamira? No voy a contestar a esa pregunta porque puede ser que meta la pata y me tilden de reaccionario o inculto, pero ahí la dejo caer.

Como verán todo consiste en un ciclo y ahora se pinta con más medios pero con resultados parecidos a los de hace diez mil años.

No quisiera terminar sin mostrar mi más sentida admiración al gran maestro Antonio López.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios